Es lógico pensar que estos seres poseen un gran poder, pero hay mucho más. Tienen esa gran capacidad de atravesar la oscuridad y la penumbra con su mente, permitiendo a sus ojos ver todo lo que esconden las sombras.
Y ella aprendería a hacerlo, no i...
Correr en el bosque para muchos era algo liberador, se lo imaginan como una escena de paz y valentía donde ellos eran uno con la naturaleza, donde todo dejaba de importar y eran algo minúsculo comparado con toda la belleza de la naturaleza que los rodeaba, solo para ellos. Porque Robin corría debajo de la lluvia de la oscura noche, trataba de no chocar con los arboles y por más que tratara de volar sus alas estaban tan maltratadas que le dolía como el infierno al solo sacarlas. No importa cuanto lo intentara, sentía como la oscuridad pisaba sus talones intentando jalarla hasta el fondo, corría en la indescifrable noche a pesar de que su tortura era mental, imposible de huir.
-¡Sal de mi cabeza una puta vez!-grito la Arconte cayendo de rodillas en el lodo y se presiono la cabeza con ambas manos con tanta fuerza que se dañaba a si misma.
"¡Deja de perder tiempo Robin!"
-¡Es mi decisión no tuya!-Robin trataba de recuperar el control sobre ella misma, trataba de volver a ver con aquellos ojos que le pertenecían a ella pero no lo lograba. Todo seguía manchado con la vision de esa voz tan oscura y con aspiraciones egoistas.
"¡Mocosa insignificante, sino es ella eres tu!¡Eres una aberración para nuestra especie!"
-¡Que te calles!-grito Robin tan fuerte que una gran onda sonora tiro todos los arboles a su alrededor, levanto la vista aterrada y sintió como de sus ojos un liquido pesado comenzaba a salir, a tocar sus mejillas noto que era negro y al parpadear un par se veces recupero su visión normal de las cosas, la racional que no estaba incentivada por la venganza y el odio.
-Nunca pensé que acabarías así mi pequeño Arcontencito.
Robin cayo para atrás y se arrastro alejándose de la anciana que había aparecido de la nada frente a ella.
-Tranquila pequeña, no soy él-se acerco y se inclino frente a ella-Has hecho bien, lo has encerrado nuevamente-dijo la anciana sonriendo y limpio las lagrimas negras de la mejillas de Robin.
-¿Quien eres?-la adolescente no sabia porque el toque de la anciana la había llenado de paz.
-Soy Rea, no todos los dioses hemos hecho oídos sordos a tus quejas Arcontencita-dijo ella sonriendo-Sabes cual es tu misión Robin, yo te cuido y te daré todo lo que necesitas-la anciana dejo un pequeño beso en la frente de Robin.
De pronto el pecho de la adolescente se lleno de aire, sus ojos de Arcontes propios por primera vez surgieron chispeando en un azul eléctrico y la voz de su cabeza paro, la diosa había dejado un trato para que Robin obtuviera la respuesta a cada pregunta que había hecho sobre su vida en todo este tiempo, solo debía cumplir para ser iluminada. Sus alas escaparon en gloria plena de su espalda, de un blanco más brillante y precioso.
-Podrás ser impura Robin, pero ninguno tiene un corazón como el tuyo. Ya no me necesitas, has lo correcto aunque eso signifique defraudarlos-dijo la anciana retrocediendo y desapareció entre las gotas de la pesada lluvia.
Robin toco sus alas sin guardarse sus lagrimas de alegría, las sentía de nuevo fuertes y sanas como antes. Se puso de pie y dio un fuerte golpe de viento con ellas, no pudo evitar reír de la felicidad. Guardo sus alas y un aullido llego a sus oídos, cuando volteo un gran lobo negro salto sobre ella.
Miro al lobo de ojos azules fijamente hasta que este comenzó a lamerle la cara y sacarle risas.
-Derek-dijo Robin de inmediato entre las risas reconociéndolo.
El lobo negro la dejo levantarse y le estiro de su pantalón hasta que ella comenzo a seguirlo.
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