—¿A dónde fueron?
—¿Quiénes?
—Los allorianos. Los que... matamos.
—Al que le clavé el hacha en la nuca sigue aquí. —Samuel se arrodilló sobre el cuerpo. La sangre se regaba en un charco alrededor de su cuello—. Y sigue muerto, por cierto.
Samuel se levantó y se encogió de hombros: no entendía la preocupación de Cole. Este, sin embargo, no lograba sacarse el asunto de la cabeza.
No pudieron encontrar ningún rastro de Mia, Glenn o la anciana, así que decidieron volver fuera de las murallas de la ciudad. Por el camino, pasaron por el sitio donde los tres allorianos los habían emboscado. Tres. Se suponía que los habían matado a los tres, pero solo seguía allí el cuerpo de uno.
—¿Se habrán llevado los cuerpos? ¿O será que no corté suficientemente profundo? —Instintivamente, tocó el mango de su espada—. ¿Podrían haberse levantado e ido a pesar de sus heridas? Nadie podría levantarse en ese estado...
Levantó la mirada y notó que Samuel le miraba con una mezcla de impaciencia y reproche. Se avergonzó: no era el momento para pensar esas cosas, tenían que irse. Dentro de poco, el sol se ocultaría. Hicieron su camino de vuelta, esta vez sin prestar mucha atención a su alrededor. De todas formas, seguía sin haber movimiento.
Llegaron por fin a la brecha y la cruzaron. A lo lejos veían el campamento que los otros soldados se habían quedado protegiendo. El cuerpo de Cole se sentía pesado, el dolor palpitante en la cabeza había vuelto, sentía frío en la cara; unas pequeñas náuseas también.
Entre el campamento, había un pequeño grupo de personas que no eran soldados. Al acercarse, notó que eran allorianos. Frederick vio a Cole a lo lejos y se acercó. Al ver su estado, se preocupó.
—¿Qué les sucedió?
Cole se tocó su magullado tabique, dolía.
—Necesitamos lavarnos. Tampoco estarían mal unas toallas calientes, y unas bandas.
—¿Estás herido?
Estás. Samuel había sufrido lo mismo que él.
—No, estamos bien, pero si algo golpeados. —Frederick iba a decir algo pero Cole lo interrumpió—. Por cierto, Glenn y Mia están desaparecidos.
—¿Cómo paso todo esto? ¿Q- q- qué..?
—Explicaremos todo en un momento. —Se llevó la mano a la cabeza y apretó los ojos—. Busca a Isabelle y a quién más haga falta. —Miró a un alloriano que pasaba cerca—. Ustedes también tienen cosas que explicarnos.
***
—Uno... dos... uno... dos... Sólo veo dos. Faltan dos más.
Silvain habló a los recién llegados.
—Se supone que ustedes debían traer a los otros dos.
Uno de los que acababa de llegar presionaba la mano contra su pecho; el otro, la mantenía sobre su costilla derecha. Este le respondió al líder.
—Señor, no fue tan fácil como esperábamos a pesar de que los tomamos por sorpresa. Incluso mataron a Jean. Es imposible sanar después de un hachazo en la nuca.
—¿Cole y Samuel están bien?
Mia, amarrada en el suelo como estaba y con las heridas en la cabeza, sentía alivio por lo que acababa de escuchar.
—¿Te importan esos dos?
Silvain se arrodilló al lado de ella y la tomó con una mano por las mejillas. Se dirigió a los hombres que habían hablado antes.
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Entre el Caos y el Orden
Fantasy¿Qué hacer cuando la locura misma se apodera de todo? ¿Cuándo el Caos está a punto de devorar todo lo que amas? La lanza y la espada es lo único que el ejército tiene para defenderse contra los monstruos y horrores. A la humanidad solo le queda luc...