—No es el único.
Cole escuchaba con atención mientras el soldado hablaba.
—Parece que casi todos los soldados que fueron mordidos por los lobos ahora tienen... —el soldado vio de reojo el brazo de Samuel— tienen esa infección alrededor de sus heridas.
Dentro de la carpa en la que conversaban el único infectado era Samuel. Más personas tenían que haber visto a algún infectado, pero por el momento querían llevar el asunto con discreción.
Samuel oía sin entender muy bien de lo que estaban hablando; su capacidad de atención había disminuido al mínimo. Tenía ojeras y sudaba copiosamente. Uno de los soldados le dirigió una mirada y luego dijo:
—Me parece una razón más para atacar en vez de seguir esperando. Esperar es igual a dejar morir a estos hombres.
Cole permanecía en silencio: no le gustaba tener esa conversación frente a Samuel. Con disimulo, le hizo una seña al teniente Alan y a los demás soldados para que salieran. Asimismo le señaló a Mia que se quedara con Samuel. Ya afuera, habló.
—Lanzarnos a atacar sigue siendo muy arriesgado, más ahora que cargamos con hombres enfermos.
—Entonces vamos a dejarlos morir —sentenció furioso el soldado.
Cole sentía un plétora de emociones dentro de sí. Pero no podía dejarse llevar. Trató de responder con la mayor calma posible.
—Debemos entender que actuar precipitadamente solo va a traernos problemas. La opción más segura sigue siendo esperar a los otros generales.
—¿Y si nunca llegan? —preguntó Alan.
—Tienen que llegar.
Alan resopló.
—Tú no estás listo para tomar decisiones, muchacho. Vas a hacer que nos maten.
Cole apretó los dientes con fuerza. Todos los presentes desaparecieron de su visión: sólo veía al hombre que tenía en frente. Pensamientos inconexos recorrían su mente mientras trataba de no explotar en ira. Exhaló por la nariz y habló sintiendo sus músculos temblar.
—Morir de forma inútil nunca es una decisión, teniente. ¿Quiere morir solo por orgullo?
—Tú prefieres morir como un inútil.
—Prefiero vivir un día más para poder ser útil. Muertos, no serviremos de mucho.
Alan no parecía dispuesto a seguir discutiendo aquel asunto. Se volteó para irse, pero Cole le hizo una pregunta.
—¿Tiene familia esperándolo, teniente?
Después de unos segundos, Alan respondió sin voltear.
—Una esposa y una hija.
—No me gustaría volver a Askenaz para decirles que se quedaron sin padre por una cuestión de orgullo.
Alan quedó inmóvil unos segundos hasta que por fin decidió irse; algunos soldados le siguieron.
Ya estando más calmado, Cole habló con los que se habían quedado.
—¿Cuántos infectados hay?
—La noche que nos rodearon teníamos más de cien hombres heridos. Tendríamos que ver cuántos de ellos fueron mordidos por lobos.
El soldado trataba de mantenerse lo más tranquilo posible, aunque no lograba ocultar su incomodidad por la escena que acababa de presenciar. Otro de los hombres que también se había quedado tenía una duda.
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Entre el Caos y el Orden
Fantasy¿Qué hacer cuando la locura misma se apodera de todo? ¿Cuándo el Caos está a punto de devorar todo lo que amas? La lanza y la espada es lo único que el ejército tiene para defenderse contra los monstruos y horrores. A la humanidad solo le queda luc...