XXIII - Calma

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Por ahora, los papiros en la biblioteca de Esmirna no tenían información nueva. Faltaba mucho por leer para asegurarse, pero no es como que Soren tuviera muchas ganas de hacerlo de todas formas. Esta vez estaba investigando él solo y prefería quedarse así. No le hacía falta más nadie.

De todas formas, no importaba cuántas personas lo ayudaran a revisar esos escritos: estaba aceptando la idea de que no encontrarían nada. Ni referencias, ni pistas, ni siquiera se nombraba una sola vez la Puerta de Averroes. El plan de encontrarla primero que los monstruos iba a fracasar.

Estaba dispuesto a continuar con la infructuosa tarea cuando notó que alguien lo observaba. Levantó los ojos para encontrarse con un hombre de unos 40 años con varios rollos debajo del brazo que lo miraba sin ningún disimulo. Se quedaron viéndose unos segundos.

—¿Te falta mucho tiempo con esos rollos?

—Sí. Creo que sí —respondió Soren con desdén.

El hombre con los rollos refunfuñó.

—Avísame cuando termines.

Soren lo vio darse la vuelta. Nada perdía con preguntar.

—¿Sabes algo sobre los mitos askanenses?

El hombre se detuvo. Tardó unos segundos en contestar.

—Depende de a qué te refieras con mitos.

Soren no quería decirlo, se sentía ridículo.

—Al Caos. Y a la Puerta de Averroes.

El hombre de los rollos se volteó dejando ver una sonrisa astuta. Sin decir nada, colocó los rollos sobre la mesa y se sentó frente a él.

—¿Qué necesitas saber?

—Lo que sea. —Miró los papiros frente a él con frustración—. Sobre todo de la condenada puerta, porque no he logrado encontrar nada sobre ella.

El hombre de los rollos se rió con picardía.

—Y tampoco lo vas a encontrar.

Soren levantó la mirada.

—¿No existe?

—No, claro que existe. Pero lo estás buscando mal.

Soren levantó una ceja, instándole a continuar.

—La Puerta de Averroes no es el verdadero término que estás buscando. Podrías encontrarlo referido como «el camino», «el claro» o incluso como «el estrecho». Y la mayoría de las veces esos nombres están en sidonio antiguo.

—No entiendo. ¿Por qué todo el mundo habla de la Puerta de Averroes entonces?

—Hace alrededor de 200 años, Averroes, un estudioso de ascendencia Hilciana, estudió el asunto del camino en profundidad. —El hombre de los rollos hizo una carpa con las manos—. No tardó mucho en darse cuenta que en varios escritos primitivos se advertía la idea de que el Caos llegaría al mundo a través de él.

El hombre de los rollos exhaló con melancolía.

—Pero nadie le creyó. Al contrario, fue ridiculizado. Nadie creía que aquel futuro fuera cierto y que aquel camino del que hablaba existiese. El camino del Caos volvió a ser relevante, por así decirlo. Pero se popularizó con el nombre de la Puerta de Averroes, como burla al sabio.

»Es así como la Puerta de Averroes se encuentra en nuestros escritos, pero a día de hoy son muy pocos los que conocen su verdadero nombre.

Soren no podía creerlo. Miró de nuevo el montón de rollos frente a él. Estuvo allí todo el tiempo. Debía estar allí. Solo que antes nunca lo habría encontrado. Recuerdos vagos de los apelativos que el hombre frente a él había mencionado se le venían a la memoria. Solo tenía que volver a leerlo todo.

Entre el Caos y el OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora