[Epílogo:]

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NARRADOR OMNISCIENTE :

Eros aterrizó en la playa de Dánae a la hora en punta para el atardecer. Los rayos del Sol lo volvían todo de un frenético tono dorado, como si le estuviese gritando lo tardado que iba.

Había estado en una misión en el mundo terrenal, lejos de su hogar, y llevaba sin ver a su familia Cinco largos días, con sus largas noches.

Solamente quería llegar, ver de nuevo a su esposa y darse un baño cálido que le quitase la tensión del cuerpo.

Se sacudió unas cuantas hojas que se le habían quedado pegadas en las alas y cuando sintió una risita, alzó la vista. Delante de él había una adolescente de quince años con el pelo rubio y los ojos de un tono avellana precioso, que lo observaba con sorna, sabiendo algo que él no.

Ya empezaban los problemas.

—Mamá va a estar cabreada como una mierda como no llegues en tres segundos. Alguien me ha dicho que la han visto cerca de los cuchillos de la cocina —le dijo.

Eros parpadeó, un poco asustado por el enojo legendario que seguramente tenía su mujer, que probablemente le ganaría más que un simple sermón, pero viendo a su hija delante de él, vistiendo solamente una camisa y con el pelo rubio rizado alborotado —un pelo que había sacado de su abuela, y su ídolo en toda la palabra—, de manera automática entrecerró los ojos hacia ella.

—¿Qué estás haciendo aquí, Hedoné? Deberías estar arriba con tu madre, ayudándola.

La cría, que a pesar de estar a punto de cumplir sus dieciséis años, era más cerebrito de lo que ellos habían sido a su edad, y cuyo rostro dulce y precioso la hacía meterse en el bolsillo a cualquiera, pestañeó en dirección a su padre y le dijo:

—Teniendo en cuenta que has sido tú quien la ha dejado preñada y con un humor peor que el de Hera, considero justo que seas tú quien lidie con ella.

—No hables de tu madre como si fuera una bestia con la que lidiar, joder.

—Claro, como tú te vas por ahí a encargarte de unir corazoncitos y a mi me toca quedarme aquí y espantarme su mal humor, te dará lo mismo. ¿Cuándo me dejarás acompañarte? Harmonía ya ha salido a ver el mundo con la abuela tres veces, y tenemos casi la misma edad. No es justo.

Él suspiró.

Su hija era tan hermosa como solo la combinación entre Afrodita y Psique podría serlo, con el rostro de su mujer, el cabello de su madre y los labios redondos y llenos de él, pero tenía el carácter de Ares.

Eso nadie lo negaba.

Incluso el propio dios de la guerra, cuando la cría había nacido, dos años después de que ellos se casasen en una ceremonia que fue presenciada por cada deidad del Olimpo y celebrada por los mortales de abajo, se le había caído la baba con ella.

A la propia Hedoné le gustaba mortificar a sus tíos con ello, incluso a la pequeña que Ares y Afrodita tuvieron tan solo un año antes de que naciera ella, Harmonía. Le restregaba por la cara que Ares se la llevase a ella a cazar o a aprender a montar caballo, pero a la otra le importaba muy poco.

Harmonía era un amor, en toda la palabra. Siempre sonreía, siempre tenía buenas intenciones hacia todos, e incluso hacía de mediador en las discusiones que ocurrían en la familia, cosa que Eros le agradecía, porque él estaba demasiado ocupado con la suya propia como para tener que intervenir cuando sus padres amenazasen con arrancarle la cabeza al otro de un mordisco.

Las cosas habían cambiado tanto que le costaba creer que diecinueve años atrás hubo un tiempo en el que creyó que jamás podría ser feliz con la mujer que amaba. Si embargo, ya estaban a la espera de su segundo hijo, y no sentían que el cariño pudiese acabarse.

EROS Y PSIQUE 🦋✔️ (Dioses Griegos, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora