Capítulo 2:

1.8K 138 3
                                    

PSIQUE:

—Hija.

—Madre —me pongo de pie en cuanto las puertas de la recámara se cierran y veo que me sonríe.

Sé que le gusta mi aspecto. Ha hecho que sus doncellas y las mías me preparen. Me han aseado, peinado, y confeccionado un hermoso vestido blanco con brocados dorados que cruzan mi pecho y se ajustan al hombro por un broche en forma de flor de olivo, el símbolo de la casa de mi futuro marido.

Madre posa sus ojos castaños en mi y asiente, satisfecha con lo que ve, incluso si yo me siento como si estuviesen a punto de condenarme a una muerte inminente.

—Te ves preciosa. Le gustará —comenta y yo asiento, un poco desganada—. ¿Qué ocurre?

—Estoy segura de que lo sabes —respondo y ella suspira.

—¿Otra vez con eso? Psique, serás reina algún día. Tendrás toda la riqueza que muy pocos pueden anhelar, y poder.

—Un poder que no me servirá de nada al estar atada a un hombre que me ve como un premio del que presumir. Seré su eterna joya.

—¡Tendrás fama! ¡Serás conocida por todos y muchos viajarán de lejos solo para verte! —se apresura a decir, y yo resoplo—. Psique, ¿por qué estás pensando estas bobadas?

Yo suspiro. Me dejo caer sobre el diván con la misma gracia que ella me ha exigido toda mi vida y le hago una seña a las doncellas para que nos dejen solas. Cuando lo hacen, me acomodo la parte baja del vestido a mi alrededor para no estrujarla y pregunto:

—¿Cómo sabías que estabas enamorada de padre? ¿Qué sentiste?

Ella me mira extrañada, y yo me tenso, esperando que no se lo tome a mal. Pasado unos segundos, se sienta en el diván frente a mi, y tomando mis manos con suavidad, me dice:

—Es algo difícil de explicar. Creo que estuve enamorada de él desde que me dijeron que sería mi marido. Tuve mucha suerte de conocerlo.

Yo me muerdo el labio. Prefiero no destacar el hecho de que él no parece tener la misma opinión, puesto a que tiene muchas amantes, y convencida de que es el momento para preguntar, le digo:

—Pero, ¿Qué sentiste?

Madre me mira. En sus ojos castaños veo algo parecido a la duda, lo cual me pone nerviosa. Tal vez ella no ha sentido lo mismo que yo. Tal vez ha sido otra cosa.

Parece notar mi estado nervioso, pero lo malinterpreta, porque me sonríe de una forma muy conciliadora y me dice:

—Hija, es normal tener este tipo de dudas antes de casarte —acaricia mi mejilla con cuidado y sonríe más—. Ya verás como todo pasa cuando le veas. Te tomará tiempo para conocerle, pero al final le amarás. Los dioses están de nuestra parte.

—¿Lo están? —pregunto, preguntándome si Hera habrá escuchado mis plegarias de la mañana de ayer y ella asiente.

—Yo misma he ido a dejarles ofrendas. Hera te ha dado su bendición, Atenea te guiará con su sabiduría, y Afrodita te ayudará a encontrar el amor. Todo estará bien.

Yo sonrío, aunque el labio me tiembla un poco.

Madre no parece notarlo cuando se pone de pie, me da un beso en la cabeza y agarrando las orlas de su vestido borgoña, se encamina hacia la salida.

EROS Y PSIQUE 🦋✔️ (Dioses Griegos, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora