PSIQUE:
El murmullo del viento lanza mechones de mis cabellos oscuros hacia mi rostro.
Aún es de noche, pero no puedo decir con certeza a dónde me ha traído Afrodita.
Anteros y el pequeño se han marchado. Solo estamos ella y yo en medio de un bosque mucho más frondoso que el otro, y creo que cerca de una montaña porque puedo ver las elevaciones y las terrazas que la conforman. Hay un hedor extraño en el aire, como si algo —o alguien— se estuviese quemando. También hay un sonido que no me parece para nada conocido, porque es como el rugido de un león mezclado con el graznido de un pájaro, que reverbera por toda la ladera de la montaña.
Me giro hacia ella después de someter a mis alrededores a una furtiva inspección, y la encuentro sonriendo de una manera victoriosa tan tenebrosa que me asusta y me hace tragar saliva.
—¿Qué es esto?
—Esto —remarca, enarcando sus cejas doradas con altanería y una sobresaltada y egocéntrica actitud, y cuando señala a nuestro alrededor, agrega—: Esto es lo que por fin demostrará que estás siendo demasiado obstinada al enfrentarte a estas pruebas. Y me temo que no estoy presionando demasiado para que demuestres tu supuesto cometido.
Quiero pelear, y preguntarle por qué debe seguir sometiéndome a pruebas, o hasta cuando seguirá esto, pero es que no tengo fuerzas, y me queda la incertidumbre de que pueda estar refiriéndose a algo peor que enfrentarme a un campo lleno de semillas para diferenciar y carneros salvajes que pudieron haberme despellejado viva.
Trago saliva e intentando no sonar tan desesperada, le digo:
—¿Qué quieres que haga ahora?
Mi ausencia de titubeos la hace fruncir el ceño, pero al instante se recupera, y retornando a esa sonrisa viperina, me dice:
—Tienes que subir a la montaña, hasta lo más alto, donde las olas oscuras del Río Estige se desbordan, y tomes de esas mismas aguas un poco de ellas. Y con brevedad.
—¡¿El río Estige?! —pregunto, sobresaltada con su petición y ella sonríe más—. No hablarás en serio. No puedo acercarme a esas aguas, si me caigo...
—Serás arrastrada al mundo del Hades mucho antes de lo esperado. ¿Tienes miedo, mortal?
Yo cierro la boca de un tirón y parpadeo.
Claro que tengo miedo.
Esto no es como estar en un campo donde lo que supone mi mayor riesgo es su ira, o en el bosque donde debo cuidarme de esos carneros. Esto es peor.
He estado las suficientes veces cerca de los ríos para saber que las piedras del borde suelen ser resbaladizas. Podría tener cuidado de no caer, pero escuché decir en una ocasión a una de las ancianas de la servidumbre en Anatolia que en las aguas de los ríos del Hades residen las almas de los difuntos que viajan al infierno, a la espera de su juicio final. Ellas solían decir que habían personas que afirmaban que aquellos que se acercaban demasiado, dichas almas los tomaban de las manos y tiraban de ellos hacia las aguas.
Si me acerco y me caigo, jamás podré regresar y tampoco podré recuperar a Eros.
—Hay algo más —dice ella de repente, con ese tono que me hace ponerme recelosa de sus siguientes palabras, y cuando habla, me quedo helada—. Hay bestias, bestias terribles y mortales que son peores que los carneros y que sin duda no se dejarán hechizar por tus encantos. Debes pasarlas y volver a regresar sin ninguna gota, por pequeña que sea, desbordada de esta jarra.
Mueve sus manos, como dibujando entre esa aura dorada rosácea y cuando el brillo desaparece, un jarrón claro toma su lugar, con unos grabados extraños a sus costados y dos alas para sujetarlo.
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EROS Y PSIQUE 🦋✔️ (Dioses Griegos, #1)
FantasíaPsique es obligada a casarse con un hombre que no ama, pero en una noche conoce a alguien que le da otra alternativa, y sin dudarlo, escapan juntos. Eros es obligado a jugar con los sentimientos de una humana inocente, y en un trueque del destino te...