Capítulo 18:

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EROS:

Voy por la quinta copa de vino y no creo que me haya hecho sentir mejor.

A este paso terminaré bebiéndome la reserva completa con tal de soportar las risas de Dioniso a mi lado, o lo que se nos viene encima con la reunión que han convocado en el anfiteatro de los dioses.

Él y Hermes llevan un rato hablando sobre tonterías a las que ni siquiera me he permitido prestar atención.

Ojalá hubiera podido escaquearme de esta reunión, pero según el rubio aquí a mi lado, Zeus ha pedido expresamente que estuviésemos todos. Incluso mi madre está aquí, lo cual es sumamente raro porque desde donde yo sé, tenía la entrada prohibida al Olimpo, pero al parecer es más importante de lo que creía.

No es que me importe, de todas maneras. Solo quiero emborracharme y buscar algo que hacer. Necesito dejar de pensar en... en todo.

No he podido dormir en varios días. Tengo una mala sensación en el pecho y no puedo saber de qué es. Intenté hablarlo con Apolo, a ver si era capaz de ver algo más allá en mi futuro, pero él solo se dedicó a iniciar uno de sus juegos, queriendo saber más de... de ella, y yo no tuve más opción que marcharme. Me siento un tanto patético por no ser capaz de seguir adelante o de siquiera mencionar su nombre sin sentir la urgencia de volver, y no puedo hacerlo. Ya no.

—Oye, angelito. ¿Tú no estás muy callado hoy? —escucho que me pregunta Dioniso, y cuando alzo la vista de mi copa, me doy cuenta de que en algún momento de su conversación, Apolo se les ha unido, y ahora me mira con una expresión extraña en la cara.

No tengo ganas de rememorar la visita que le hice hace un par de días en las que sólo logró alterarme más, así que me bebo la copa de vino de un tirón y digo a modo de excusa:

—Voy a por más.

Dioniso chasquea la lengua, me arrebata la copa, y con un chasquido de los dedos, hace que el recipiente de cristal se llene de un reverberante líquido rojizo como sus ojos.

Me enarca las cejas y me lo entrega.

—Ya está. Ahora puedes explicarnos por qué parece que has empujado a un cervatillo por un barranco.

Le miro con el ceño fruncido, sin entender de dónde viene esa referencia, a la vez que Hermes pone los ojos en blanco y Apolo agrega:

—Tú no tienes arte alguno para hacer una pregunta seria.

—¿Qué? Pero si es cierto —rebate el otro, señalándome como si yo no estuviera en mis cabales para responder como una persona normal—. Solo míralo. Parece un ser el ciervo que arrojó a su propio hijo hacia el vacío. Mira qué carita.

Hermes resopla y aunque espero que el otro diga algo, Apolo solo ofrece una sonrisa, mientras mira a una de las siervas de Hera que pasa por su lado antes de decir:

—Solo está sufriendo su mal de amores. Déjalo. Ya se le pasará.

Yo solo aprieto el agarre alrededor de la copa para contener la irritación que me llena. Apolo me sostiene la mirada, como si me estuviese retando a decir lo contrario, pero yo me quedo callado.

Ni siquiera me voy a molestar en seguirle la corriente.

—¿Todavía el tema de esa mortal? Creía que la había superado con esa ninfa hace unas semanas.

EROS Y PSIQUE 🦋✔️ (Dioses Griegos, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora