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"I'm Afraid Of What I'm Risking If I Follow You"

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— ¡Hiccup!

Aunque el castaño parecía estar poniendo atención a todo los que pasaba a su alrededor, no lo hacía y solo estaba pensando qué estaba a punto de hacer. Ni siquiera había notado a la rubia corriendo hacia él y apenas notaba sus brazos alrededor de su cuello en un cálido abrazo de bienvenida, lo que era normal. Había desaparecido por un mes y estaba consciente que eso no era lo normal, ni siquiera para él. Tal vez sí para alguien más, pero él siempre volvía al tercer día o se daba por muerto.

Actualmente se daba por muerto.

— ¿Dónde estuviste? ¿Te capturaron? ¿Estás bien?— en el santuario hacía frío, pero no se comparaba al frío que el chico sentía dentro si mismo. Su mirada estaba completamente perdida, pero la rubia no lo notaba. Había pasado los últimos treinta días buscando y buscando a su confidente, a quien más amaba, treinta días de no dormir al saber que los cazadores también habían desaparecido completamente y pensar que Hipo estaba en peligro o, peor aún, que ya no estaba en absoluto. Un solo mensaje, una noticia, lo que fuera habría sido maravilloso, pero la vida no era maravillosa. Todo lo contrario, era una maldita perra y la pobre Astrid no sabía lo que le esperaba. El mismo Hiccup no sabía lo que le esperaba, aunque sabía lo que estaba dispuesto a hacer en ese instante, y solo por eso decidió darse un último momento de tranquilidad antes del desastre.

— Estoy bien— dijo, correspondiendo el abrazo a la chica, a la persona que amaba más que a sí mismo— ¿Lo estás tú?

— ¿A quién le importa?— la chica lo miró a los ojos y no vió el vacío abismal que había tras ellos, sino un profundo amor. Ambos tenían los ojos llorosos, aunque por motivos completamente distintos.

— A mí me importa— respondió el de ojos verdes, que brillaban con las lágrimas que no dejaba salir. El corazón de ambos se enterneció y, pese a no ser un momento terriblemente emocionante en su via, si era uno sentimental, y Astrid se acercó a él y le dió un tierno beso en los labios.

El primero que le daba en su vida.

Aunque fueran personas que se amaban entre sí y sabían que sus sentimientos eran mutuos, ella nunca había cedido a el paso de iniciar un noviazgo, e Hipo sabía que ese era un momento importante de sus vidas, tecnicamente el momento en que todo cambiaba. Por desgracia,sabía que no tenía derecho de disfrutarlo, no iba a poner sus motivos en duda, no ahora.

Sin embargo, decidió corresponder el beso de una forma suave, sin desesperación pese a haber soñado con eso por años. Sabía que sería el primero y el último, así que si sobrevivía a todo eso, quería recordarlo con felicidad y no con tristeza de no haberlo disfrutado lo suficiente.

En cuanto se separaron nuevamente, la chica sintió la necesidad de volver a unirse con él, pero sabía que no podía. Entendía que había estado un mes lejos y algo tenía que decirles, pero no entendía que era esa sensación que la llenaba de un calor espectacular que le hacía querer acercarse a Hiccup y no volver a separarse. Sin embargo, se contuvo: — ¿Dónde estuviste este tiempo?

— ¿Los demás están aquí? — que no notara que se había mordido el labio—. Descubrí cosas muy importantes y necesito decírselos a todos juntos— la intriga y la sospecha se asomaron por los ojos de la rubia por primera vez en toda la conversación. Con la tranquilidad de un gran mentiroso, o, como le gustaba llamarse ahora, de un traidor, se apresuró a inventar una mentira, o al menos algo que mantuviera a la chica sin levantar más sospechas—. No podía volver y no podía perder el hilo de todo lo que descubrí, incluso lanzar un mensaje habría sido peligroso

— ¿Y qué descubriste exactamente?

— Dónde se ocultan los cazadores y cómo acabar la guerra con ellos de una vez por todas.

Mentiroso.

Bueno, no del todo.

No mentía, pero no decía la verdad tampoco. Estaba en el punto intermedio donde las palabras podían significar literalmente cualquier cosa y nadie podría saber con exactitud lo que significaba. Solo aquel que las había dicho.

— Los reuniré a todos.

Y así lo hizo.

No sabía lo mucho que se iba a arrepentir de hacerle caso al muchacho, o de creerle tan fácilmente.

Mientras ella reunía a todos de entre las cavidades del santuario, él miraba con inexpresividad las pequeñas ampolletas con veneno de aguijón veloz dentro, dos con el de Garra Mortal y uno con veneno real, la única que podía matar.

Sonrió para sí mismo. Esa alianza había sido la mejor cosa que había hecho en su vida sin duda alguna.

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—Idina Menzel

XIII

𝘼𝙡𝙡𝙞𝙚𝙜𝙖𝙣𝙘𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora