𝘼𝙡𝙡𝙞𝙚𝙜𝙖𝙣𝙘𝙚

VI

“Take A Bow To The Bad Decisions That We Make”

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— Protegan al Alfa, Drago no se detendrá hasta que lo haga salir— dijo, fuertemente, sobrevolando aquel montículo de hielo que se hacía llamar santuario. Si era sincero, no confiaba plenamente en que fueran a ganar la batalla. Tendrían que o matar al Alfa o matar a Drago, y si Hiccup era sincero consigo mismo, no se sentía capaz de hacer ninguna de las dos cosas. Desde arriba pudo ver a dos dragones entrar al santuario con sus respectivos jinetes, mientras el resto se quedaba fuera, listos para luchar—. Usará el control del Alfa, así tenemos que evitar que los dragones lo miren directamente.

— ¿Entonces cómo vamos a hacer que lo asesinen?— preguntó una voz masculina, y el castaño miró únicamente al jinete que hablaba. Se mordió el labio y pidió a Chimuelo girar para ver las naves acercarse a una velocidad casi imposible. La guerra comenzaría en poco tiempo y él no quería matar a ninguno de los que estaban acercándose. Casi instintivamente, se llevó una mano al antebrazo izquierdo, sujetando una antigua herida. Agradecía llevar la armadura, pues de otra forma habría presionado tanto la cicatriz que habría comenzado a sangrar. Se mantuvo mirando el horizonte por unos segundos con una mezcla de tristeza y furia.

— ¿Estás bien, Hiccup?— dijo una voz a sus espaldas. Se giró de vuelta y vió a Astrid montada en su dragona, Tormenta, a solo un par de metros sobre el. La chica miró su brazo y luego lo miró a los ojos. Conocía la respuesta incluso antes de  volar para verlo, y sencillamente había ido a verlo para evitar que hiciera alguna estupidez antes de tal batalla. El de ojos verdes la miró y se sintió mal por todo lo que estaba pasando en ese instante, por tener que arrastrar a sus llamados amigos a una batalla que tal vez no podrían ganar. Con preocupación en los ojos y una sonrisa en el rostro, Hipo asintió—. ¿Tienes un plan? ¿O solo proteger al Alfa y atacar a Drago?

— De momento— dijo, mirando hacia abajo, sin mirar nada en específico. Estaba preocupado y eso era algo notorio, pero eso era también algo que todos los que iban a participar estaban sintiendo. Astrid sabía que Hiccup sentía algo completamente distinto a todos, algo que solo pocas veces era su tema de conversación y que evitaba a toda costa de cualquier persona. Acarició a su dragón y miró de nuevo a Astrid—. Mamá dará indicaciones desde dentro, estará con Dagur y ambos cuidarán que el Alfa no salga ni sea dañado. Los demás…

— Los demás lucharemos desde fuera—. Astrid había acerado su dragón al de Hiccup con mucho sigilo y ahora estaban a solo unos pocos metros entre ellos. Él claramente no lucía bien, pero no iba a dejar que nadie lo notara, o al menos esa siempre era la idea principal—. Hipo, estaremos bien. Heather, Mala y todos están ahí para luchar por los dragones con nosotros.

— Lo sé, pero simplemente no puedo más—dijo, de nuevo mirando fijamente a Astrid con ese vacío en los ojos, un rostro entre serio y preocupado y sujetando fuertemente a su dragón—. En los últimos años hemos perdido demasiado y ganado nada— miró su pierna falsa, volvió a sujetar su brazo y Astrid comprendió completamente a qué se refería.

— Esto terminará hoy, te lo prometo— dijo, con la mirada más compasiva que pudo darle al chico, que había soltado un par de lágrimas. Se sentía horrible, de una forma que no podía expresar con ninguna palabra existente, o al menos no alguna estuviera dispuesto a decir. Se secó las lágrimas y mostró la mejor sonrisa que pudo en una situación así, con varias personas a su mando listos para terminar una guerra de años—. Vamos, Chimuelo.

El dragón bajó junto con él para encontrarse con los barcos casi tocando tierra. Sus amigos, o los que se hacían llamar así, estaban en el aire, preparados para atacar a los cazadores y evitar que cualquier intruso llegara al Alfa. Astrid había llevado algunos refuerzos que servirían al menos como una carnada en cualquier situación, y aquellos que eran aliados de Hipo ya estaban listos para luchar y terminar con todo.

— Tenemos que matar o a Drago o a su Alfa— gritó Hipo a aquellos que lo apoyaban—. En cuanto lo hagamos, la guerra terminará y podremos recuperar lo que hemos perdido ¿Entendido?

El gritó que recibió como respuesta fue lo último que escuchó de un amigo antes de que su cordura desapareciera.

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— Bastille

IX