XIII

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"From The Perfect Start To The Finish Line"

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— ¡Astrid!

Hiccup Haddock. El heredero de Berk, el orgullo de la aldea y el que se comenzaba a convertir en el mejor de su entrenamiento. Astrid Hofferson. La chica que había soñado con ser la mejor entrenando desde que tenía memoria, la que se estaba quedando atrás por culpa de un muchacho que hasta hace menos de un mes no podía ni sujetar correctamente un escudo. Había algo raro y lo iba a averiguar.

Lo había seguido silenciosamente desde que acabó el entrenamiento, por la herrería y hasta la cala que había en el bosque, sin entender muy bien las acciones del muchacho: ¿Hacer una especie de silla? ¿Desaparecer dos espadas para hacerla? ¿Robar demasiado pez crudo? Por algún motivo ese último punto era lo que más curiosidad le daba, ¿No se suponía que él odiaba el pescado crudo? Siempre había escuchado eso, y tenía que ser idiota para no notar a donde iba la cosa, pero quería comprobar antes de sacar conclusiones apresuradas.

Para su mala suerte, el castaño había notado su presencia en cuanto entraron a la cala, pues ella había sacado su hacha y ésta había hecho un pequeño pero notable reflejo en el pasto. ¿Qué hacia ahí y como iba a evitar que viera a Chimuelo? No tenía nada a su favor, era de las primeras colas que le hacía a Chimuelo, arreglando los muchos fallos que suponía la cuerda del intento anterior, y tenía miedo que el furia no turna no aceptase el esfuerzo, pero ahora eso no era lo único que le daba miedo. ¿Sólo dos semanas había durado sin ser descubierto? Y para colmo por Astrid, la que podía matarlo en cuestión de segundos o salir corriendo y delatarlo. De momento no había visto al dragón.

— ¿Qué haces aquí?— su forzada sonrisa y la forma en que había tratado vanamente de ocultar la silla y la cesta le habían delatado inmediatamente a los ojos de la rubia.

— Es lo mismo que quería preguntar, ¿Qué haces tú aquí?— preguntó rápidamente la chica, levantando su hacha en dirección al castaño, que tragó saliva de forma apresurada, tragando con ella el miedo que sentía. Astrid comenzó a mirar la cala por todos los rincones que podía, a lo que Hiccup trató de hacerse grande y ocultar todo de la vista de la rubia— ¿Qué ocultas?

— Nada, nada, nada— dijo el chico, tratando de no mirar la hacha que amenazaba con cortarle el cuello.

— Nadie se hace tan bueno como tú en el entrenamiento, en especial alguien como tu— acercó más el hacha, haciendo retroceder al chico que, a su vez, chocó con la cesta y la tiró, revelando la gran cantidad de pescado—. Al principio pensé que entrenabas con alguien, pero esto dice otra cosa.

— No, no, no, no es lo que tú crees— dijo de nuevo el chico, tratando de excusarse de una forma muy mala. Qué mal mentiroso era.

— ¿Y qué es entonces?— Hipo agradecía a los dioses que Chimuelo no hubiera aparecido. Miró lo que tenía: Pescado y un pedazo de cuero muy largo con muchas cuerdas y metal encima. Nada alentador a decir verdad, pero nada en esa situación era alentador, así que sacó de su gran intelecto (que en ese momento parecía haberse desvanecido por completo), la primer excusa que se le ocurrió.

— Voy a tratar de conservar comida— dijo, con la mayor sonrisa falsa que daría en su vida, y al ver qué la rubia no se lo tragaba por obvias razones, trató de inventar algo más—. Ya sabes, tratar de poner los pescados en el cuero sin aire dentro para que- ¡Auch!— y Astrid le pateó las espinillas, haciéndolo caer sobre el asqueroso pescado crudo—. ¿Y eso a qué viene?

— Eso es por mentirme— se acercó a él, que estaba tratando de levantarse, y le soltó el mango del hacha en el estómago— y eso por todo lo demás— '¿Pero qué te hice?' pudo haber sido la respuesta del castaño si hubiera tenido aire en los pulmones para poder hablar, pero a duras penas y podía respirar propiamente—. Supongo que el olor a pescado es un extra.

𝘼𝙡𝙡𝙞𝙚𝙜𝙖𝙣𝙘𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora