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Lunes.

Nikeé.

Me despertaron unas voces y el sol que entraba de la ventana. Me olvidé de cerrar las cortinas. Me estire y agarre mí celular. Eran las dos de la tarde. Largué un bostezo no sabía porque tenía tanto sueño si había dormido bastante.

Estuve un rato con el celular hasta que ya no se escuchaban voces sino que ahora eran risas. ¿Mí mama no había ido a trabajar?

Apenas salí de la cama sentí el frío que hacía , un escalofrío recorrió todo mí cuerpo. Abrí la puerta de mí habitación y me dirigí hacia el baño. Hice todo lo que tenía que hacer y fui a la cocina encontrandome con los vecinos. ¿Que?

Mire confusa a mí mama y está me miro con una sonrisa. ¿Que le pasa?

—Ya nos hicimos amigas.—Dijo sonriente. La vecina y su hijo giraron a mirarme.

—Que rápido.

—Buen día.—Me saludo Silvia.

—Hola.—Le di otra sonrisa y me agache a acariciar a Mora. —Hola mí vida.

—Saluda Kevin.

—¿Que onda?—Dijo sin ganas y levanté la visita para mirarlo.

Le dedique una mirada falsa y me pare. Tenía hambre.

—Permiso.— Le dije a Kevin y que estaba  parado justo enfrente de la heladera.

Esté no se corrió, ¿era joda?

—Permiso te dije.— Volví a repetir esta vez tocándole el brazo.

El bajo su mirada hacia mí ya que era unos cuantos centímetros más altos.

—No te escuché.—Dijo con cara de culo, y por fin se corrió del paso. Abrí la puerta y agarre las últimas dos porciones que quedaban de pizza.

La puse en el microondas y me apoye sobre la mesada a esperar que se calienten.

—Vamos para el living así hablábamos mejor.—Dijo mí mama mientras agarraba la pava y el mate.

Se fueron pero el nombre de turro seguía instalado en mí cocina observando todos mis movimientos.

—Deja de mirarme.— Dije mientras seguía dada vuelta.

—Si quiero.— Dijo este logrando que largué un bufido.

Una vez que sonó el microondas indicando que ya estaba las saque y fui hacia el comedor. Saque mí celular y le escribí a Mateo.

me quedé dormida
ayer perdón

q onda todo bien?

—Hija, necesito que me vayas a comprar.

Rodé los ojos.—¿Que cosa?

—Algo para comer a la tarde, alguna torta de la panadería de acá cerca.

—Termino de comer y voy.

Claramente no iba a cambiarme, iba a ir así nomás.

(...)

—Dale Kevin acompañala.—Lo reto su mamá, rezaba por mis adentros para que el flaco siga negando.

—Esta bien molesta.— Dijo rindiéndose.

Rodé los ojos. Abrí la puerta y sin decir más nada salí hacia el ascensor. Escuchando unos bufidos de Kevin mientras cerraba la puerta de mí casa.

Toque el botón para llamar al ascensor y no tardaron en abrirse las puertas. Entre y Kevin se paro a mí lado. Tocó el botón para ir a la planta baja.

—No hacia falta que vengas, hubieras dicho que no.—Dije mientras me miraba en los espejos del ascensor.

—¿No te da vergüenza salir así?— Dijo con un tono descansero.

—Uy discúlpame chetito con nombre de turro.—Volví a rodar los ojos.

Este se rió y negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior.

—Estaba jodiendo.— Dijo con una sonrisa.

Lo mire a través del vidrio que estaba enfrente nuestro.

—Ah mira vos, yo no que lástima.— Le di una sonrisa falsa. 

Se volvió a reir y esta vez lo mire directamente, sin espejos de por medio. Tenía linda sonrisa, y era morocho. No era feo. 

—¿Siempre sos así?

—¿Asi como?— Pregunté mientras me cruzaba de brazos.

Las puertas del ascensor se abrieron y salí obviamente primera. Salude al portero y mí acompañante abrió la gran puerta de vidrio.

—¿Hay que caminar mucho?— Pregunto.

—No.

—¿Por qué sos re ortiva?

—No soy ortiva.— Lo mire.

Él levantó unas cejas y se mordio el labio inferior.

—Deja de hacer esa cara, me das bronca.

—Ni un día hace que me conoces y ya te doy bronca, mal ahí. Re confite.

Bufé y acelere mí camino.








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si mañana termino con las cosas del colegio capaz me pongo a escribir

NIKEÉ || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora