Al día siguiente, muy temprano por la mañana, me levanté a hacer mi tabla de ejercicios diaria. Dan se había levantado antes que yo y ya había vuelto de correr sus cinco kilómetros. Parecía estar de buen humor.
—Buenos días, cara de palo— dijo sonriente.
—Hola.
—Anoche llegaste muy tarde. ¿Mucho trabajo?
—Lo típico de una noche de tormenta —respondí evasivo. Guardé silencio. Él me miraba expectante, pero no di más información, así que se rindió.
—¿Sabes? Creo que ayer encontré a la chica que buscamos.
—¿En serio?— seguí haciendo ejercicios sin prestarle mucha atención. Después de todo, su criterio no era para nada fiable.
—Yo no me había dado cuenta, creí que era otra chica normal y corriente, pero una de sus compañeras me dijo que se la trataba de forma especial en el instituto y que estaba interesada en mí. Creo que puede ser ella.
—Todas las chicas están locas por ti —le recordé hastiado.
—No sé, tengo un buen presentimiento sobre ella.
Lo observé alzando una ceja con desconfianza. Era muy poco probable, pero ¿y si había dado con ella por algún casual? ¿Y si había conocido a Amira y de verdad ella era la persona que buscábamos? Me daba escalofríos sólo de pensarlo.
—Llévala hoy al despacho de Jake para que la conozcamos. La someteremos a la prueba del tiempo y verificaremos su identidad.
—De acuerdo.
Se fue a la ducha canturreando una canción. Parecía un niño ilusionado. Sin embargo, yo sentía cómo mis emociones empezaban a pesarme, como piedras a mi espalda. No cabía duda de que estaba a punto de comenzar una etapa interesante en mi vida y eso me aterraba.
Cuando llegamos al instituto, Dan no demoró en presentarme a la joven que creía que era la que buscábamos, pero como sospechaba, no era ella. No tardé ni cinco segundos en darme cuenta. Se llamaba Sarah. Era linda, el tipo de Dan, pero después de haber vivido tantos años en la Tierra y haber visto a tantas jóvenes hermosas envejecer, yo veía la belleza de forma diferente a él.
—Hola —dijo Sarah mirándome con una sonrisa. Había visto esa clase de sonrisa miles de veces. Una sonrisa de confianza en sí misma, de quien se cree superior e intenta seducir a una presa. Eso no cambiaba en las mujeres bonitas, sin importar la época en la que estuviéramos. No le devolví el saludo y ella frunció el ceño ofendida.
—Vamos, acabemos con esto cuanto antes— contesté con frialdad mientras me dirigía a la habitación que habíamos acondicionado para los asuntos relacionados con nuestra misión. Ellos me siguieron y escuché los susurros de Sarah. Su desconcierto era latente. No estaba acostumbrada a ser ignorada.
"Dan," dije a mi compañero en su mente, "no es ella".
"Venga, ¿Cómo lo sabes? Vamos a darle una oportunidad." respondió con una sonrisa.
Para mí estaba claro que esta joven no era la persona que buscábamos, pero Dan todavía no lo veía, o quizá no lo quería ver por otras razones igualmente obvias. La joven tenía la apariencia de ser superficial y egoísta. Todavía le faltaban algunos años para madurar, sin embargo, no quise juzgarla por su apariencia y cedí a las incesantes peticiones de Dan.
Llegamos a la sala secreta, oculta a la vista de quien no sabía que estaba ahí gracias a la tecnología de Gallasteria. Jake nos esperaba impaciente, pero al ver a la chica frunció el ceño descontento, lanzando sendas miradas de incredulidad a Dan y a mí. Puse los ojos en blanco y me encogí de hombros.
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Guardianes 2: Leví
FantasyAviso: Peligro de spoilers. No leer si no has leído antes Guardianes. Con la sensación de que algo no encajaba y el corazón roto, Leví cumple con rectitud y honor su misión como guardián, hasta que la encuentra a ella y su mundo se vuelve del revés...