Cuando abrí los ojos estaba en una cama. Me incorporé alarmado y me levanté en seguida. No reconocía la habitación en la que estaba, pero tenía una puerta, así que salí. Tenía que encontrar a Amira.
Estaba en el familiar pasillo de la casa de Amira. Cierto, vivíamos en su casa. Corrí hasta su cuarto y ella estaba ahí tendida en la cama, dormida, y su guardiana sentada en una silla a su lado. Cuando me oyó entrar, se sobresaltó.
—Ah, Leví. Ya has despertado. Qué bien— dijo sonriente, pero cansada.
—¿Cuánto tiempo llevo dormido?
—Unas dieciocho horas. Jake te mantuvo sedado para que no te despertaras antes de recuperarte por completo— sonrió.
—Maldito bastardo— murmuré. —¿Cómo está ella?
—Está estable. Su cuerpo ha sufrido mucho y necesita un tiempo de recuperación— bajó la mirada triste. —Creí que la perdíamos. Gracias por salvarla, Leví.
—Nunca permitiría que le ocurriera nada.
—Lo sé, por eso estoy tranquila. A mí me queda poco tiempo para estar aquí y tenía miedo de que mi cuerpo no aguantara hasta que llegara el relevo y tuviera que quedarse sola y expuesta... pero estoy aliviada.
Miré a la anciana, realmente parecía agotada. Tenía un severo cáncer de mama que había alcanzado un punto de no retorno. Apenas le debían quedar un par de meses de vida, sin embargo, había optado por ocultar la verdad a su protegida para no preocuparla.
—Ve a descansar. Yo me quedaré con ella un poco.
—Gracias, Leví. He estado aquí con ella desde que volvimos ayer. Me vendría bien estirar un poco las piernas. —La guardiana se puso en pie con dificultad y se paró a mi lado. Colocó su mano sobre mi hombro y me dio un par de toques.
—No hagas nada que yo no haría— me guiñó un ojo.
Sentí que mi corazón bombeó más fuerte al oírla hablar y me reí. Ahora era yo la víctima de las audaces palabras de Rut.
La anciana salió lentamente a causa de los dolores producidos por la edad y su enfermedad. Pude sentir cuánto estaba sufriendo, pero nunca decía nada. Siempre parecía bromear y estaba de buen humor. Tenía certeza de que nadie habría sido mejor sustituto de sus padres que ella. Era perfecta para cumplir con la misión de cuidar y proteger a Amira.
Mis ojos volvieron a la jovencita tendida en la cama. Estaba completamente relajada y tranquila. Parecía estar durmiendo, como si unas horas atrás no hubiera pasado nada. Me senté en la silla a su lado y acaricié su frente.
—Tonta—sonreí. —No vuelvas a pensar nunca más que te odio. ¿Me has oído?
Todavía se me hacía extraño estar a su lado. Era ella misma, pero con apariencia de niña. Todavía tenía tanto que aprender y tanto que crecer, que no podía permitir que su vida terminara tan pronto. Si hubiera sido necesario, yo habría dado mi propia vida por protegerla sin dudarlo.
—La abuela me ha dicho que ya estabas despierto— escuché la voz de Dan a mi espalda y me giré para mirarlo. Su expresión era seria.
—¿Ha ocurrido algo en mi ausencia?— pregunté extrañado al ver su expresión.
—Todavía estamos investigándolo. Ha sido todo muy extraño. Tú también estuviste en el plano esencial, ¿no recuerdas nada que te llamara la atención?
—Ahora que lo dices...— traté de evocar aquel momento. —Todo era demasiado brumoso, como si una fuerza externa estuviera influyendo, aunque no podría decirte qué clase de fuerza era.
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Guardianes 2: Leví
FantasyAviso: Peligro de spoilers. No leer si no has leído antes Guardianes. Con la sensación de que algo no encajaba y el corazón roto, Leví cumple con rectitud y honor su misión como guardián, hasta que la encuentra a ella y su mundo se vuelve del revés...