Capítulo 16

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—¡Fuego!— grité espantado. —Dan, llama a los bomberos.

Mientras Dan llamaba por teléfono, corrí hacia la casa.  La puerta se había cerrado, así que intenté saltar la valla, pero alguien tiró de mí hacia abajo, impidiéndome saltar.

—Maldita sea, ¿qué más va a pasar hoy?— protesté. La mujer del bolso se había agarrado a mis piernas. Con una mano la aparté y logré poner un pie sobre su pecho. La empujé con fuerza y cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza. —¡Lo siento!— exclamé mientras me impulsaba hacia arriba y saltaba, antes de que volviera a por mí.

Caí sobre el mullido césped y vi que Caleb ya había ayudado a las chicas a salir de la casa. Elisa yacía inconsciente en sus brazos, mientras que Amira trataba de consolar a Sarah, que lloraba sin parar.

—¡Angie! —la llamé. Ella me miró aliviada. —¿Estás bien? Estás sangrando— dije preocupado, señalando su brazo.

—Sí, no es nada. Sólo ha sido un golpe —contestó apartando el brazo de mi alcance, pero la mueca de dolor que hizo al moverlo, me confirmó que, efectivamente, había como mínimo una fractura.

—Tiene que verte un médico. Parece que hay una contusión importante —dije al agarrar su brazo de nuevo y examinarlo. Ella volvió a hacer un guiño de dolor.

—Tenéis que salir de aquí— exclamó Dan mientras tomaba a Elisa en brazos y la sacaba del recinto.

Los bomberos llegaron en seguida, seguidos de una ambulancia. Con un ariete echaron la puerta de la valla abajo y el camión aparcó en el jardín. Observé cómo hacían su trabajo, pero mis ojos se centraron en una sombra que había en medio del fuego que salía de la ventana del salón donde hacía unos minutos habían estado las muchachas. Era Azariel, que sonreía burlón. No parecía molesto por haber frustrado sus planes y haber logrado salvarlas a las tres. ¿Acaso había más?

Me acerqué a la joven Elisa que yacía sobre una camilla junto a la ambulancia. La examiné rápidamente de un vistazo. Su rostro estaba ennegrecido por el humo, pero no parecía tener dificultades respiratorias, sin embargo, tenía una herida en la cabeza, cerca de la sien, que bien podría haber sido mortal si hubiera sido unos centímetros más a la derecha. Además del golpe en la cabeza, no había otro mal aparente.

Los médicos que la estaban tratando me invitaron a apartarme y le pusieron una mascarilla. Era el protocolo para las víctimas de un incendio, sin embargo, me parecía un error que no dieran más importancia al golpe en su cabeza. Conecté el hemmer y, sin que nadie se diera cuenta, puse la mano en su cabeza. Necesité mucha concentración, pues el ataque que había lanzado anteriormente me había debilitado mucho. Conecté con sus células y poco a poco noté cómo iban recomponiéndose, impidiendo que el inminente derrame se extendiera. Un empujón de un enfermero interrumpió mi labor, pero al menos ya no estaba en riesgo de permanecer en coma.

—¿Cómo está?— Sarah se abalanzó sobre su amiga entorpeciendo el trabajo de los médicos.

—Por favor, señorita, hágase a un lado. Ha respirado demasiado humo y necesita oxígeno. En seguida se pondrá bien— informó tratando de calmarla.

Vi que Amira tenía el rostro contraído de dolor mientras un médico le examinaba el brazo.

—Tiene que ir al hospital para que le vean esto. Puede que haya una fractura, aunque no puedo decirlo con toda seguridad a causa de la inflamación producida por la herida.

Le pusieron un cabestrillo y la invitaron a subir a la ambulancia para ser llevada al hospital junto a su amiga.

—No hará falta. Iré por mi propia cuenta.

Guardianes 2: LevíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora