Tan pronto como la mujer abandonó la sala, la actitud de Elisa cambió por completo. Sus ojos se volvieron oscuros, llenos de odio. Torció la boca hacia abajo con desprecio y nos miró desafiante.
—Malditos guardianes, ¿a qué creéis que estáis jugando? —gruñó apretando los dientes. —No tenéis nada que hacer contra mi señor. Estáis acabados. Os destruirá como si fueseis insectos.
—Dan, inmovilízalo— ordené a mi compañero, que, presionó a los lados de la nuca de Elisa, justo en la base del cráneo.
El cuerpo de la muchacha se relajó de inmediato, dejando caer la cabeza a un lado y los brazos sobre su regazo, como si no tuviera vida. Sin embargo, el desterrado todavía conseguía ejercer control sobre ella. Levantó la mirada, clavando sus ojos arrogantes en mí y sonrió.
—Hará falta mucho más que eso, guardián Leví.
Sabía mi nombre. ¿Por qué ese desterrado sabía mi nombre?
—¿Quién eres? —inquirí inquieto, pues una pequeña idea empezaba a formarse en mi mente.
—Me duele que no lo sepas, Leví. Sabía que no te importaba, pero no creí que me olvidarías tan fácilmente.
—Caty... —musité.
—Leví... —Dan llamó mi atención. Lo miré unos instantes y vi el apremio en su rostro, sin embargo, devolví la vista a la muchacha, que sonreía confiada.
—Eso está mejor. No pensarás hacerme daño, ¿verdad? —dijo haciendo un mohín.
—Leví, esa ya no es Caty —insistió Dan. Ella lo miró molesta y luego devolvió los ojos a los míos.
—Claro que soy yo. Sólo he cambiado un poco... Pero estoy mejor que nunca. He sido liberada de todo el sufrimiento de mi vida mortal y ahora tengo poder y control. Mi señor me ha mostrado la auténtica verdad, que es la gran mentira de Gallasteria.
—No la escuches —Dan podía percibir la duda en mi interior. —Vamos, tenemos que comenzar, o recuperará las fuerzas.
Sentía mi corazón latir acelerado y la imagen de Caty cayendo por el precipicio pasó por mi mente. Vi las lágrimas en sus ojos, el sufrimiento y el dolor que le causé. Ella estaba así por mi culpa. Mi debilidad era la única culpable de todo eso.
—¡¡Leví!! Maldita sea, ¡Espabila! —exclamó Dan apurado. Mi sufrimiento estaba dando fuerza al desterrado que había recuperado casi todo el dominio sobre el cuerpo de Elisa.
Como si me hubiera sacado de un letargo, reaccioné y me quité el medallón de Thanh. El desterrado lo miró horrorizado y negó con la cabeza, tratando de apelar a mi compasión.
—¡Leví, no puedes hacerme esto! —insistió.
Me aproximé al oído de Elisa y susurré en este, intentando acceder a su conciencia.
—Elisa, toma el medallón en tus manos —susurré esforzándome por concentrarme y haciendo uso de mi poder de manipulación.
Las manos de la muchacha se alzaron y agarraron el colgante que le ofrecía.
—¡No! Leví, por favor... —el desterrado suplicó desesperado a través de Elisa. —Me destruirás para siempre.
Sus palabras me dolían como puñales. Aparté la mirada y Dan decidió tomar la iniciativa en la purificación. Alzó los brazos de Elisa hasta colocarlos frente a sus ojos.
—Eso tenlo por seguro, desgraciado— susurró. —¡Leví, te necesito a tope! ¿Estás con nosotros?
—Sí...
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Guardianes 2: Leví
FantasyAviso: Peligro de spoilers. No leer si no has leído antes Guardianes. Con la sensación de que algo no encajaba y el corazón roto, Leví cumple con rectitud y honor su misión como guardián, hasta que la encuentra a ella y su mundo se vuelve del revés...