Capítulo 5

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Al día siguiente, en vez de ir a clase, me quedé otra vez en la biblioteca. Ahora que habíamos encontrado a Amira, no tenía sentido que siguiera asistiendo a la clase B. Estaba estudiando el libro de Salem. Necesitaba respuestas. Habría dado lo que fuera por tener conmigo un Kazrefti, todo era más fácil así. Con el libro de Salem siempre teníamos que interpretar las palabras, mientras que el Kazrefti nos mostraba imágenes. Sin embargo, esa tecnología no estaba al alcance de todos. Sólo de los directores, tanto de distrito, como de sanadores. En el pasado ocurrieron un par de accidentes y se prohibieron para proteger a la gente de Gallasteria y al Gobernante de los desterrados. Si alguno cayese en sus manos podrían, incluso, llegar a penetrar en Gallasteria.

El libro no me decía nada claro. ¿Cuál era la voluntad de la gente de Gallasteria? ¿Qué tenía que aprender de aquella misión? Cerré el libro de golpe y miré mi reloj impaciente. Era tarde y en breve teníamos que llevar a cabo la prueba del tiempo. Suspiré profundamente y salí de la biblioteca. Caminaba por los pasillos cuando la voz de Heredia me sorprendió.

—Leví —Maldición. Debió haber sentido mi flaqueza. —Ven un momento.

Tragué en seco y le seguí hasta su despacho, libre de oídos indiscretos.

—Jake me ha hablado de la joven que habéis encontrado.

—Vaya, no pierde el tiempo. —Sonreí sarcástico mientras me ponía firme intentando no demostrar debilidad. Heredia no dejaba de observarme. —Parece que es la definitiva. A pesar de que todavía no hemos hecho la prueba del tiempo, no albergamos dudas.

—Me alegro de que estéis haciendo vuestro trabajo. Lo que me preocupa ha sido tu reacción. ¿Abandonaste a tu equipo?

—No ha sido nada, señor. Lo han exagerado todo.

—Ya veo...— me miró entrecerrando los ojos. Estaba viendo dentro de mi corazón y yo, incómodo, no tenía más remedio que permitírselo.—Percibo mucho sufrimiento, Leví. No me gusta. ¿Estás seguro de que puedes manejar esto? Puedo solicitar que otra persona se encargue de...

—¡He dicho que estoy bien...! Señor— intenté controlar el tono de voz. Por un momento estaba a punto de perder los estribos. Sentí vergüenza por no ser capaz de controlarme cuando se refería a Amira. Era mi debilidad.

—Sí —se rió— ya te veo. Bueno, te voy a dar una oportunidad, pero te vigilaremos de cerca. Esta es una misión delicada que, por razones que ignoro, se nos ha mandado que te encargues de ella. Tenías que ser tú a cualquier precio. Si en Gallasteria creen que debe ser así, no puedo objetar nada.

Clavé la mirada en el suelo avergonzado. Por mucho que me esforzara no podría engañar a Heredia.

—Por cierto, he contactado con el guardián incorpóreo de la joven a la que protegéis— informó preocupado. —Dice que un desterrado llamado Azariel tiene cierta afinidad por ella y la acecha. Estad atentos, pues parece que no es un desterrado cualquiera.

—Sí, señor.

—Ah, y un par de cosas más. Desde hoy empezarás a estudiar en la clase de Dan. La joven está en esa clase y hemos considerado que estará más protegida con vosotros dos ahí. Es más, también os mudaréis a su casa. Disponedlo todo para hacer el traslado cuanto antes. La guardiana que la protege nos ha contactado y ha solicitado refuerzos para cumplir su misión. Parece que su vida está llegando a su fin y ya no puede seguir protegiendo a la joven igual que antes. El hecho de que la hayan encontrado, probablemente sea muestra de eso.

—¿Qué? —Miré incrédulo a Heredia. ¿Lo estaba diciendo en serio? ¿Acaso no me estaba metiendo en la boca del lobo? —Señor, yo...

—No hay ningún problema, ¿no es así? Lo tienes todo bajo control.

Guardianes 2: LevíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora