Me desperté recostado sobre un cómodo diván de una sala que no pertenecía a la biblioteca. Por un segundo me costó ubicarme. Era extraño, pero me sentía bastante descansado. Miré mi reloj y apenas había dormido media hora. Amira debía estar durmiendo todavía.
Me incorporé en seguida y al mirar alrededor reconocí la sala inmediatamente, a pesar de que sólo había estado allí un par de veces. Era el despacho del patriarca. ¿Cómo había llegado allí? Supuse que Jiram me había llevado hasta allí, sin embargo no entendía la razón. El edificio patriarcal se encontraba bastante lejos de la biblioteca. No parecía haberme dejado en el primer sitio que encontró. Me había llevado hasta allí con un propósito. ¿Cuál? ¿Tendría algo que ver con que me exhortara a buscar información sobre los seres del libro que me mostró?
En seguida la puerta se abrió y Set, el patriarca de Gallasteria, se adentró distraído con los ojos fijos en su kazrefti. Levantó la mirada y al verme sonrió.
—Leví. Veo que ya estás mejor. ¿Has podido descansar?
—Sí... —musité todavía un poco desconcertado.
—Estabas tan profundamente dormido que ha sido imposible despertarte. Has llegado al límite de tus fuerzas, ¿no es así?—negó con la cabeza en actitud condescendiente y yo aparté la mirada avergonzado por haber sido tan predecible. —¿Te apetece tomar algo? Entiendo que al tener tu cuerpo físico, puede ser que tengas hambre.
—No, gracias. Me siento bien. ¿Qué estoy haciendo aquí? —indagué mientras me ponía en pie dispuesto a continuar con mis investigaciones.
—Para ser sincero, ignoro cómo has llegado hasta aquí. Cuando entré en mi despacho estabas ahí y esperaba que tú pudieras explicarme la razón una vez te hubieras despertado. —Tomó asiento tras su grande escritorio y centró su atención en mí. —Es curioso que hoy haya recibido la visita de dos guardianes que todavía poseen su cuerpo mortal. Es algo que no ocurre a menudo.
—¿Dos? ¿Dan estuvo aquí?
—Sí. Tu compañero es un muchacho con mucha energía —sonrió. —Justo lo que te viene faltando a ti.
Sonreí cortésmente, aunque en el fondo no me había gustado que señalara mi debilidad.
—Yo debo retirarme ahora —dije haciendo una leve reverencia con la cabeza.
—Ah, sí. He escuchado que tu protegida ya se ha despertado. Amira de Mahkah, ¿no es así? —El patriarca asintió mientras hacía memoria. —Recuerdo cuando os otorgué vuestras misiones. Fue un caso bastante irregular. ¿Cómo lo lleváis?
Por un instante no supe qué responder. Lo cierto era que no lo llevaba nada bien, pero tampoco quería entrar en detalles. Por lo general el patriarca era un hombre bastante discreto y no tenía problemas en respetar la confidencialidad de los asuntos privados de los guardianes, pero mi problema iba un poco más allá de ser "asuntos privados", rebasando límites de ilegalidad.
—Lo llevo... bien —musité frunciendo el ceño. No tenía claro por qué lo ocultaba. Probablemente él ya se había dado cuenta de que nada estaba bien en mi interior.
—Verás, hace poco estuve revisando algunas misiones y estoy algo preocupado. —Volvió a posar la mirada en el kazrefti que traía y empezó a murmurar. —Hay algo aquí que se ha estado repitiendo en todas y cada una de las misiones, pero en la vuestra toma más fuerza que en las demás y me desconcierta no saber qué es. Jamás me había ocurrido algo así.
Al aproximarme para ver, sentí un escalofrío recorrer mi columna al reconocer la imagen que había visto en el libro que me había mostrado el General Jiram. Eran los seres contra los que había combatido el Gobernante. El patriarca percibió mi inquietud y en seguida se interesó.
ESTÁS LEYENDO
Guardianes 2: Leví
FantasyAviso: Peligro de spoilers. No leer si no has leído antes Guardianes. Con la sensación de que algo no encajaba y el corazón roto, Leví cumple con rectitud y honor su misión como guardián, hasta que la encuentra a ella y su mundo se vuelve del revés...