2. No es real.

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-- ¿Puedo ir con ustedes?-- Preguntó una pequeña de ocho años mientras sujetaba uno
de los brazos de su madre, misma que la miró por un instante de manera seria.

-- No. Puedes quedarte sola, ya eres lo suficientemente grande, debo salir a hacer
algunas cosas -- La mujer alejó su mano con un manotazo y terminó de retocar su
maquillaje.

Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas, guardó silencio y se retiró lentamente del cuarto de su madre.

“No quiero estar sola”.

Cerró la puerta de su casa con llave mientras sus padres se marchaban de casa. Le
temblaban los labios y el llanto le atoraba las palabras en la garganta.

Su cuerpo se paralizó en medio de la sala. Entrecerró sus pequeños ojos cuan reflejo de los días lluviosos y tristes en las mañanas. Atisbó una silueta oscura que se acercaba.

“No es real, no es real”. Un sollozo involuntario escapó de su boca y un escalofrío sacudió su cuerpo.

Aferró sus pequeñas manos en la piel desnuda de sus piernas debajo de sus pantalones cortos hasta que sintió cómo la sangre salpicaba un poco sus cortas uñas. Cerró los ojos fuertemente. Podía sentir un par de ojos viéndole con un sentimiento al que solemos llamar enfermizo.

-- No es real -- Intentó convencerse a sí misma mientras desesperadamente se
arrodillaba y al inclinarse hacia el suelo golpeaba su cabeza, trató de no emitir ningún
sonido mientras sus lágrimas seguían cayendo sin rumbo alguno.

Se formó cierta presión en su pecho y comenzó a perder el aliento. Le era imposible
respirar con normalidad, fue su única reacción al miedo y el pánico inició su trabajo
con su malestar. Por fin intentó gritar, quizá moverse...Sin embargo era demasiado
tarde para ello, ya no podía hacerlo, en ese punto era donde perdía total control de su
cuerpo. Sentía el terror correr por sus venas, pero no había nadie más en casa.

No había ayuda, no había nada. Siempre se enfocaba en el hecho de que aquello no era real, pero sabía que algo siempre la lastimaba. Una fuerte presión en el cuello terminó por robarle el aliento y una mano comenzaba
a deslizarse por otros lugares.

Luego vino la presión sobre el resto de su cuerpo. Lo único que recuerda de aquellos días siempre es lo mismo:

Terminaba inconsciente en el suelo.

De la nada y la trivialidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora