Allí estaba, en medio de la oscuridad…
No se movía, me veía fijamente…
No parecía respirar.
Su piel era hermosa.
Puedo jurar ver una pequeña sonrisa sombría en su rostro, pero sus ojos estaban llenos
de miedo y seriedad.Entonces, bajo mi mirada entre sorprendida y curiosa, caminó hacia atrás y en un
susurro el viento avisó un acto cruel de la realidad.Dio un paso atrás, yo di tres hacia delante, sonrió un poco más, pero no me veía a mí, veía algo detrás, algo parecía causarle un gran e incompresible miedo, era algo de lo
que quería escapar, quería libertad.Avancé para tratar de ayudar, pero cuando le iba a alcanzar cayó por el precipicio que
tenía detrás…Luego de aquel acto lo único que escuché fue a la soledad. Tristemente el viento continuó con su marchar.
-“No lo entiendo”- susurré al vacío, observando aquel grande abismo, El viento pareció detener su camino. -“Si sabía que caería al vacío… ¿Por qué siguió su caminar? ¿Por qué no se dejó
alcanzar?”-.El viento siguió escuchándome, quizá se apiadó de mí, quién sabe, pero
antes de darme cuento se encontraba brindándome un canto triste, respuestas me
comenzó a dar.“No hay que entenderlo; solo viste una pequeña parte del mundo, viste el gran cambio que unos simples pasos pueden mostrar”
Me quedé observando a la nada, sin más que ofrecer el viento continuó con su andar.
Intenté divisar alguna cosa desde el borde, pero la altura era demasiada como para a
algún cuerpo llegar a notar.Todo estaba en silencio. No entendía nada.
Solo me confundí más.
Los árboles se movían pacíficamente, las ramas chocaban entre si, la luna se ocultaba
entre las nubes y el bosque mas siniestro se empezaba a mostrar. Notaba la mala idea
que era intentar caminar por rumbos desconocidos, te pierdes y ya no sabes hacia
dónde avanzar.Cerré los ojos un segundo y al abrirlos no había más que oscuridad.
Sabía que era un
reflejo, pero ¿un reflejo de qué?
Me alejé del borde y comencé a caminar.Pequeños animales corrían por allí, algunas
sombras lograba notar, sonidos de pies corriendo, grillos cantando, lobos cazando. Se
oían ruidos de algo desgarrando, despedazando.Alguien gritó, segundos después escuché cristal rompiéndose y risas histéricas, el
pulso se me aceleró, el nerviosismo hacía que me temblaran las piernas, como pude
traté de alejarme de aquellos ruidos que me hicieron estremecer el corazón.Todo volvió a comenzar, de una u otra manera dejé de pensar y seguí caminando sin
rumbo, estaba en un laberinto sin salida, pero necesitaba escapar.La respuesta estaba tendida, desapareció la oscuridad y la reemplazó la realidad, no
sabría después de un tiempo entre ambas diferenciar. Me rodearon recuerdos de mi vida, ¡pero nada entendía!. El miedo en mi interior florecía y no me permitía más que tratar de entender dónde
me encontraba, ¡estaba perdido en un mundo que no sabía que existía!.Levanté la mirada tratando de encontrar un camino, tropecé varias veces con
pequeñas raíces en el suelo, caía constantemente lastimándome las manos y rodilla, creo que un descuido me lastimé también el alma.Alguien gritó una vez más, expectante escuché un grito de dolor, intenté imaginar qué podría ser, era como una garganta que daba la impresión de que en medio del grito era desgarrada.
Una vez más la oscuridad y silencio.
Le vi de nuevo, sus ojos parecían ser tan fríos como el hielo, sin embargo, en un acto
de contrariedad; su sonrisa era tan cálida como el fuego.Le observé atentamente, respiraba con nerviosismo y podía jurar que en aquel silencio se escuchaban los
latidos de mi corazón. El sudor resbalaba por mi frente, tenía cierta familiaridad
conmigo, tanto que se me boqueó la mente.En un momento fugaz se me acercó, débilmente susurraba con repentino horror.
-“Debiste correr”- Era la misma persona que vi saltar, pero algo había cambiado, algo
malo podía atisbar. –“Debiste hacerlo, debiste correr, salir de aquí, no enloquecer”-Hubo una reacción en
mí, el miedo se apoderó una vez mas de mi cuerpo.En su mirada había malicia, perversión en lo que parecía ser una sonrisa, algo en sus
ojos se oscureció, dio un paso hacia delante, yo retrocedí dos, comenzó a reír –“Es
hora de romperse…Y morir”-. Poco a poco lo comprendí.Corrió hacia mí, traté de huir, pero me acorraló en el intento, un abismo había detrás
de mí, y había una criatura que me asechaba y quería verme morir frente a mí. La
desesperación me consumió y sentimientos oscuros carcomieron mi cerebro. Un
incomprensible frenesí me impedía pensar con claridad , en menos de un segundo la
vista se me empezó a nublar.La silueta de un ser humano caminando hacia mi logré divisar, pero era más grande el
miedo que había en mí, comencé a sentir un enorme impulso por escapar de aquel
lugar.Necesitaba volver a casa y encontrar mi tranquilidad habitual. Fue ahí cuando lo decidí, sonreí, tenía que huir, misma razón por la que en menos de
un segundo del abismo caí. Abrí los ojos. Todo era blanco.No había árboles, ni cosas horribles, ni sonidos extraños, era como un cuarto sin principio y sin final. En el medio había un espejo, traté de encontrar mi reflejo, pero no era yo, me sorprendí, veía a la criatura que me perseguía y huyendo de ella preferí morir.
Sonreí.
No era su reflejo, era yo. Y yo era el reflejo.
Mi escenario cambió.
Estaba de vuelta en el bosque, pero era diferente, yo ya no era la presa, me convertí en el cazador.
Vi la silueta de alguien entre los árboles, que al verme se sorprendió y se petrificó, un
escalofrío le recorrió –“Debiste correr”- Le dije –“Debiste hacerlo, debiste correr, no
enloquecer”- Avancé hacia él, retrocedió, reí. –“Es hora de romperse…Y morir”- Corrió, trató de huir.Le perseguí.
Algunos juegos ya no son tan divertidos en la oscuridad.
Tal vez sea el arte de por dentro una y otra vez morir.
¿Quién era el monstruo?
El monstruo siempre fui yo.