Estoy de pie junto a la ventana de la cocina, la tía me cuenta aquellos días perdidos en el tiempo que para ella en su momento no fueron más que sufrimiento.
Perder a su madre, ser abandonada por su padre, vendida a crueles podridos en dinero fue parte del proceso.
¿Había sido justo? ¿La vida lo era alguna vez para personas del bajo mundo?
La abuela murió cuando ella era bastante joven, vivió junto a mi padre algún tiempo; por desgracia, no sé qué sucedía en la cabeza del abuelo, mismo que terminó dejándola en casa de una anciana tía suya, con quien no tuvo mejor suerte pues no eran personas benevolentes.
Pasar de huérfana a hambrienta, probablemente, no lo recuerdo con certeza, ella dijo que eran crueles. Entonces, añadimos tratos indebidos, un viejo pervertido y una anciana que sólo la vista apartaba.
Si un hombre te tocaba era porque tú lo provocabas, en así como funcionaba.
Un día, sin decir mucho ni alargar más la historia, la anciana empacó sus pocas cosas en una cajita e inocentemente la sacó de casa sin añadir palabras.
La dejó en la puerta de una desconocida casa.
La había vendido a gente de "la alta".
La obligaron a trabajar como empleada doméstica. Fue esa su introducción al mundo.
Puedo imaginar lo terrible que debió haber sido, tuvo un duro camino.
Ahora sonríe, resignada ante la vida que tuvo, ahora es feliz. Pero puedo verlo, las lágrimas que en algún momento bajaron como cascadas por su rostro mientras esperaba a que su tía volviera a por ella algún día. Puedo ver en sus ojitos tristes dirigiéndose a la ventana y su carita derrumbada. Puedo ver cuán maltratada la dejaron aquellos días de infancia.
Y ella me cuenta mientras tiembla, un hijo de puta ricachón abusó de ella.
Y ella me cuenta, ella me cuenta, muchos años después aquel mismo hijo de puta le pidió disculpas.
"¿Ya para qué?" ella preguntaba. "eso no me devolverá lo que me arrebató aquel día". y tiene tanta razón.
Sonrío con tristeza.
Mi garganta está seca.
Trabajó duramente toda su vida, humillada, maltratada, herida por la misma, sacó adelante a tres hijas luego de vivir junto a un par de inútiles que no le daban el amor que merecía.
Estoy de pie junto a la ventana de la cocina, con un nudo en la garganta escucho la historia de mi tía.