34. Hace un instante.

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Tenía tanto, tanto; tanto que decir hace sólo cinco segundos.

Leería tanto; tanto, tanto, hace sólo unos minutos.

Dibujaría tanto; tanto; tanto, hace sólo unas horas.

Contaría tantas historias filtradas de mi mundo.

Tanto, tanto, tanto, una y otra vez, una y otra vez, pero mis ojos se cierran si que mi último sentido lo llegue a ver.

Una compulsión arrasa con la motivación y a aquella le llamo desesperación. 
Entonces mi entusiasmo me dice adiós mientras de fondo suena una dulce y brillante canción.

No es más que la versión japonesa de alguna otra que suena mucho más amable de lo que nunca escuché alguna vez, pero la emoción se ha marchado en esta ocasión. 

Mañana, seguro que será mañana, me levantaré de la cama y haré todo lo que mi cuerpo me permita hacer.

Mañana, sí, mañana podré escribir algo mejor, mañana...mañana.

Mañana fue el instante que nunca llegó.

De la nada y la trivialidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora