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A pesar de las advertencias de Minnie, las siguientes semanas no pasó nada fuera de lo usual, ni Yuqi se vio amenazada a muerte por nadie.

Por lo que los días transcurrían con calma y de forma repetitiva.

La de rulos no había recibido ninguna otra respuesta por parte de la presidenta en todas esas semanas, pero aún así eso no la desanimaba del todo por lo que estaba bien.

Los demás seguían murmurando cosas a sus alrededores cada tanto, pero la china parecía no darle importancia.

Faltaban 10 minutos para que comenzara la siguiente clase, por lo que Yuqi se dirigió hacia su respectiva aula rápidamente.

Al entrar por la puerta notó dos cosas extrañas.

En primer lugar, el aula estaba muy callada a pesar de haber bastante gente.

Y segundo su banco se encontraba tirado hacia atrás en el suelo.

Para su suerte, Soyeon estaba seguramente encargándose de terminar algo con los profesores y por ende todavía no había llegado al aula.

La china subió hasta su banco para levantarlo y juntar sus cosas del piso.

Fue ahí cuando vio el cartel escrito por encima de todo el pupitre.

"DEJALA EN PAZ, ASQUEROSA"

Yuqi sintió un apretón en su pecho.

Y a la vez aunque no lo admitiera, un poco de miedo.

Sentía un poco de ganas de llorar, pero también se decía a si misma que debía ser fuerte.

Sabía las cosas que implicaban acercarse a la gran Soyeon, Minnie ya le había advertido.

Contuvo sus ganas de echarse a lagrimear y decidió en cambio ir en busca de un trapo para limpiar aquello.

Comenzó a bajar hasta llegar a la puerta donde sin querer chocó contra alguien y cayó al suelo.

Ouch, lo siento mucho yo─dijo tocando su hombro mientras levantaba la mirada.

Era Soyeon, mierda.

La presidenta se quedó mirándola.

Yuqi por alguna razón tenía la esperanza de que ésta le estirara la mano hacia ella y la ayudase a ponerse de pie.

Pero como sueños tan frágiles que quiebran al segundo, la seria morocha pasó por su costado nuevamente y siguió hasta llegar a su asiento.

Divisó sin querer las enormes letras en negro todas escritas sobre el banco de su compañera.

Sintió un repentino dolor en el pecho.

La había tratado con indiferencia en la situación equivocada.

Giró a ver hacia la puerta al instante de forma disimulada.

Era tarde, la muchacha de rulos ya no estaba tumbada en aquel lugar del piso.

Not Even Close「SoqiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora