Básicamente, logré aparentar ignorar a Tanner.
Realmente, no lo hice.
Después de que llegara al palco con la chica que se parecía a mí y se exhibiera sin ningún tipo de pudor con ella, luché enormemente por mantener mis ojos lejos de ellos y concentrarme en Malcolm y mis padres, quién terminó jugando en el segundo tiempo para salvar al equipo a pesar de que habían decidido no sacarlo. Una vez los Kings empezaron a ganar, sobrellevar la situación con mi padre sentado a mi lado gritando fue más sencillo. Incluso diría que me divertí cuando Malcolm salió al campo, pero la verdad es que en ningún momento mi mente se apartó de él.
Eso empeoró cuando los dos hermanos se reunieron al final del partido en el estacionamiento y discutieron, a lo que no pude hacer caso omiso y me involucré para arrastrar a Malcolm a la cena que mis padres habían preparado para salvarlo de un escándalo. Es continuamente acosado por la prensa y sé cuánto odia que esta filtre información sobre su familia, en especial sobre Tanner y su madre. Aunque Tanner me vio como si quisiera asesinarme por meterme, no impidió que nos fuéramos juntos y lo dejáramos atrás con su Savannah Campbell 2.0. Dejarlo con ella también trajo un sabor agrio a mi boca, pero la humanidad logró algo importante esa noche cuando hice caso omiso de ello y continué con lo mío.
El lunes, sin embargo, no me presento a su oficina como le dije que haría, sino que permanezco en la mía. No voy a trabajar en su ático a menos que me pague cien millones de dólares por ello y acepte mudarse a Asia mientras lo hago, lo cual no va a suceder, por lo que me dedico a ignorar sus llamadas mientras preparo las maquetas de los proyectos que debo entregar en unos días.
Sea lo que sea que esté pasando entre él y Pauline, ya no quiero sacar provecho de ello, sino mantenerme lo más lejos posible.
Son un desastre, sí, pero son uno al que me arrastrarán.
─Sav, hay un hombre aquí que quiere verte ─dice Isla, mi asistente, asomando su cabeza en mi oficina tras tocar la puerta de cristal que da acceso a ella. Es una chica recién graduada en diseño de interiores a la que de vez en cuando le doy la oportunidad de participar en un proyecto conmigo, al igual que el otro arquitecto para el que trabaja. Su cabello es corto y marrón y su estatura adorable. Es voluptuosa─. No tiene una cita, pero insiste en que necesita verte personalmente. ─Sus mejillas se sonrojan, sus gafas empañándose de manera graciosa como cada vez que se pone nerviosa─. Es... uhm, atractivo. Lo siento, pero no puedo echarlo. Me pone nerviosa, ¿podrías hacerlo tú?
Me echo hacia atrás en mi silla, un trozo de cartulina con pegamento en mis dedos, mientras la miro con las cejas arriba. El nombre de un hombre acostumbrado a causar ese efecto en las personas viene a mi mente, pero me permito a mí misma tener la esperanza de que no sea él. Es demasiado pronto para que ruegue. Tanner Reed es muy orgulloso para aparecer tan pronto.
─¿Cómo se llama?
Sus mejillas se sonrojan todavía más.
─Discúlpame por ser la peor asistente, pero no puedo hablarle.
Pongo los ojos en blanco.
─Isla...
─Tienes que verlo por ti misma ─susurra antes de retroceder torpemente y tropezar con sus propios pies antes de finalmente recuperar la compostura, lo que soy capaz de ver debido a que las paredes de mi oficina son de cristal y permiten que vea tanto hacia su despacho, dónde veo al hombre del cual habla, y al de Donan, el hombre de cuarenta años con el que comparto el alquiler. A diferencia de mí, él es feliz decorando y diseñando casas.
Mis labios se curvan hacia arriba cuando llego a Isla, quién realmente se enreda con su lengua mientras intenta hablarle.
─Mi... mi je... mi jefa... ─tartamudea de forma triste, lo que hace que finalmente me involucre ofreciéndole mi mano a Ryland, el dueño del club que decoré recientemente y me prometió venir para que me encargara de su nuevo sport bar en Travis Country.
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Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍAS
Romance«Yo lo vi primero». «Yo lo tuve primero». Eso es lo que pienso cada vez que veo a mi amiga besar a su esposo frente a mí. Cada vez que él le ha sonreído y murmurado cosas en su oído a lo largo de los años. Conocí a Tanner durante una fiesta universi...