A penas he entrado al interior de mi cabina cuando siento sus manos rodeando mi brazo con fuerza, probablemente dejando marcas físicas sobre mí que todavía no arden. Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, me gira abruptamente hacia él. Me estremezco cuando quedamos frente a frente. A pesar de que las luces se han apagado, el resplandor de las lámparas de emergencia y del destello de los relámpagos que entra por la ventanilla me permite evaluar cada milímetro de su expresión apretada y salvaje, la que está acentuada por la forma en la que su cabello negro cae, todavía mojado, sobre su frente y afila sus rasgos. Se ve furioso, como siempre, pero también al borde del colapso y no sabría decir si es por lo que está sucediendo con Pauline o por lo que le dije antes de que la lluvia nos sacudiera y me hiciera sentir a bordo del Titanic.Si está como está porque su matrimonio está roto, por la electricidad que fluye entre nosotros, entre el prototipo de mujer que odia y él, o por ambas. Tiemblo cuando me mira fijamente, sin hacer nada más que respirar con profundidad, sus fosas nasales expandidas, su mandíbula tensa y sus cejas oscuras fruncidas mientras me examina. Los segundos que pasan instalan un peso sobre mi pecho, directamente sobre mi corazón, y de a poco pierdo el aliento porque lo que pasará ahora, sea lo que sea, dejará una profunda huella en mí.
Pero quizás no haga nada en él.
Ese hecho hace que mis hombros caigan, pero también, en el fondo de mí, que mi instinto competitivo despierte y desee demostrarse a sí mismo que todos estos años he tenido el mismo efecto en Tanner que él tiene en mí. Nos contemplamos el uno al otro en silencio. No sé quién avanza primero, pero ambos lo hacemos antes de que nos demos cuenta de nuestros movimientos. Cuando nuestros labios se encuentran a menos de cinco centímetros de distancia y soy capaz de oler el perfume sobre su piel con mi nariz atrofiada, finalmente me dirige la palabra tras aclararse la garganta. Me estremezco al oírlo, mis vellos erizados.
-¿Has pensado ya lo que tenías que pensar? -pregunta y no necesita aclarar que se refiere a su oferta implícita de que sucumba ante él pese a que su separación de Pauline no se ha formalizado-. ¿O necesitamos desperdiciar más tiempo jugando a aplazar lo inevitable? ¿Creando metáforas para describir el hecho de que te mueres por follar a un hombre casado que está dispuesto a complacerte?
Aunque sus palabras son duras, no tienen ningún efecto en mí. Podemos no saber muchas cosas, pero la manera en la que me he estado muriendo por ser a quién vea como el centro de su existencia no es una de ellas. La envidia hacia Pauline que me ha estado carcomiendo. Tampoco el cómo mis pezones se aprietan por debajo de la tela de mi pijama o cómo mi aliento ha empezado a salir más espeso de mis labios. El miedo que tengo de estar aquí, con él, y no poderle decir que no, no importa que un minuto atrás haya admitido no saber si me lastimará si me dejo llevar por mis estúpidos sentimientos hacia él.
Mis ojos se llenan de pesadez salina cuando separo los labios y mi negativa se atasca. Cuando le ordeno a mis manos situarse sobre su pecho y empujarlo, pero no ocurre absolutamente nada. Siento la parte superior de mis mejillas calentarse con vergüenza debido a ello. A la manera en la que no puedo controlarme cuando se trata de él. Ciertamente, es imposible que Tanner no sienta nada a pesar de que los anteriores años son la prueba contraria. Sus ojos oscuros brillan con satisfacción cuando por fin consigo hablar. Cuando se da cuenta, o confirma, que por mucho que me diga a mí misma que soy fuerte, en lo referente a él soy débil.
Siempre.
-Llevo cinco años pensando -susurro, pero no por ello mi tono de voz es suave. Es claro por encima del ruido de la tormenta que agita el yate-. Y el resumen de todo es que, si hubiera querido tenerte de esta manera, ya serías mío.
Sus labios se curvan hacia arriba en una sonrisa soncarrona. Avanza hacia mí, buscando acortar la distancia entre nosotros, pero yo solo retrocedo hasta que la parte posterior de mis piernas se topa con el colchón y ambos caemos. Yo primero. Él después. Suelto un quejido cuando, al impacto de mi espalda contra las sábanas, le sigue el de su pecho contra el mío. La intensidad de las emociones dentro de mí aumenta ya que, aunque su aroma golpea nuevamente mi nariz; la mezcla del mar, jabón y su costosa loción de afeitado esta vez no es lo único que se pone en sintonía con mis sentidos. Cada centímetro de mi piel está en contacto con la suya, la cuál es cálida por debajo, fría en la superficie y magnética en el sitio en el que está en contacto con la mía. Aunque su tono de voz es sarcástico, su mirada es seria y profunda al dirigirse a mí. Mis extremidades tiemblan con deseo. Mis muslos buscan juntarse. Mi corazón late rápido.
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Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍAS
Romance«Yo lo vi primero». «Yo lo tuve primero». Eso es lo que pienso cada vez que veo a mi amiga besar a su esposo frente a mí. Cada vez que él le ha sonreído y murmurado cosas en su oído a lo largo de los años. Conocí a Tanner durante una fiesta universi...