Jason Glasgow, el CEO de LDSW Inc, la constructora cuyas iniciales de sus fundadores lleva en su nombre, se me queda viendo fijamente como un depredador a su presa mientras entro en su oficina y me dirijo a dónde se encuentra. En lugar de estar sentado tras su escritorio, está apoyado, de pie, en el lado opuesto, todavía más cerca del sitio en el que se supone que voy a sentarme. Su cabello es castaño, sus ojos son de un azul cálido y travieso y su constitución, cubierta por un traje de dos piezas hecho a la medida de su cuerpo, está bastante bien. Podría haber salido con él.
Si no fuera un acosador y un ladrón, podría haberlo hecho.
─Señorita Campbell ─dice, saboreando mi apellido en su lengua de la misma manera que lo hizo el día que vine, pero sin reconocerme en lo absoluto como la chica a la que le robó su diseño.
─Señor Glasgow.
Tras saludarlo, me siento frente a él y cruzo mis piernas, lo que lleva su atención a ellas.
─Tengo entendido que está aquí por el puesto de asistente.
─Sí, pero solo a media jornada.
A pesar de que solo serán unos días, no dejaré de hacer mi trabajo real por él.
Su frente se arruga ante mi respuesta.
─¿A media jornada? Especifiqué que necesitaba una asistente a tiempo completo.
─Soy pasante en diseño de interiores durante las tardes. Solo quiero este trabajo por el dinero. No me interesa ser promovida.
Jason sonríe como si le hubiera algo con qué trabajar.
Un punto de partida para su juego.
─Puedo recompensarla bien si es eficiente con sus obligaciones a jornada completa.
Me levanto.
─En ese caso, señor Glasgow, creo que no tengo nada que hacer aquí.
Sin esperar una respuesta de su parte, me doy la vuelta. Solo he dado un par de pasos hacia la puerta, sintiendo sus ojos en mi trasero, cuando su voz me detiene. Mis labios se curvan lentamente hacia arriba, pero todavía no me giro para verlo. La bestia dentro de él lo acaba de obligar a aceptar el reto que representa tenerme.
─Pensándolo mejor, acabo de obtener un buen vistazo a su currículo y está lo suficientemente calificada como para que pase por alto las horas que no trabajará.
Soportando las ganas de vomitar o de saltar sobre él e insultarlo, me giro.
─Perfecto.
*****
Jason estuvo tan entusiasmado con mi incorporación a su equipo de trabajo que él mismo preparó un escritorio junto a su vieja secretaria provisional para que esta me instruyera rápidamente acerca de mis tareas para que mañana empezara con ellas cuando viniera, las cuales realmente nunca desempeñaré. Tras fingir prestarle atención, me dediqué a evaluar a las otras mujeres en mi entorno en busca de señales de lucir incómodas en su puesto de trabajo. Les pregunté a todas ellas sobre Jason, si era un buen jefe, y la mitad de ellas me dijeron que sí con sonrisas maravilladas.
La otra mitad me deseó suerte.
Pero no el tipo de suerte en el sentido de esperar que me fuera bien con él como secretaria, sino en el sentido de desear que me fuera bien con él como si ya supieran el tipo de escoria que es. Ya que se trataba de mi primer día y no quería levantar sospechas, no profundicé en el tema, pero sí almacené en mi mente los rostros de las trabajadoras que parecían genuinamente afectadas por hablar de él pese a sus intentos por esconder el efecto que les producía la mención de su nombre en voz alta ya que Jason sigue siendo su jefe.
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Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍAS
Roman d'amour«Yo lo vi primero». «Yo lo tuve primero». Eso es lo que pienso cada vez que veo a mi amiga besar a su esposo frente a mí. Cada vez que él le ha sonreído y murmurado cosas en su oído a lo largo de los años. Conocí a Tanner durante una fiesta universi...