Capítulo 26:

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He estado tanto tiempo encerrada en el baño de la pizzería teniendo un ataque de ansiedad que no recuerdo cómo se siente moverse del sitio en el que estoy. Hay una opresión que jamás he experimentado en mi pecho y las lágrimas no dejan de salir de mis ojos sin control. Sé que debo ser fuerte para enfrentarme a lo que está sucediendo, pero eso no significa que no duela o que no me sienta intimidada por ello. Es como si el universo se hubiera empeñado en hacerme sentir una y otra vez que no soy lo suficientemente buena para tener lo que quiero.

Para cumplir mis sueños.

O que sí lo soy, pero no le apetece hacerlos realidad.

─¿Savannah? ─pregunta la voz de Isla al otro lado del cubículo. No es la primera vez que ha intentado hablar conmigo desde que huí de nuestra mesa. Debe creer que estoy enloqueciendo  y si lo hace está en lo correcto. Lo estoy haciendo y después de lo que me sucedió, no saldré de este baño como la misma Savannah Campbell. Estoy harta de sentirme mal y de las injusticias─. ¿Estás bien? ¿Puedes decirme qué te sucede? Estoy realmente preocupada por ti.

Intento hablar porque lo menos que quiero es verme débil ante ella cuando se supone que soy su jefa, que debo ser su guía y en quién se apoye, no al revés, pero no puedo articular ninguna sílaba. Las palabras simplemente no salen. Mi respiración sigue sin regularse

Estoy viviendo una pesadilla.

─Déjanos ─dice otra voz que conozco bien a pesar de que estamos en el baño de mujeres, arrancándome un gemido. Oculto más el rostro entre las palmas de mis manos. Me siento diez veces peor de lo que me sentí cuando sucedió lo de Gordon, lo cual tiene que ver bastante con el hecho de que esta vez existe la gran posibilidad de que no pueda hacer nada para solventar la situación, ni siquiera un berrinche─. Yo me encargo. Gracias por llamarme.

Isla suelta un jadeo, sonando asustada ante mi reacción por haberlo involucrado y por la presencia de Tanner, quién estoy segura de que debe estar intimidándola de alguna manera.

No los estoy viendo, pero no tengo dudas de ello.

─No sé cuál es la naturaleza de su relación, Sav, pero tus padres están lejos y él es la única persona fuera del trabajo con la que te he visto relacionarte. Si fue un movimiento equivocado de mi parte, lo siento, pero no... ─explica pegando los labios a una de las ranuras para que la escuche, lo que me permite visualizar una línea de su expresión aterrada.

─Vete ─la corta Tanner y en medio de mi crisis admito que realmente está esforzándose por sonar amable con ella, ya que no ha elevado la voz o sido desagradable cuando lo he visto serlo por razones mucho menores─. Savannah estará bien. Yo cuidaré de ella.

Isla no se marcha al instante, pero finalmente nos deja a solas con un último susurro en mi dirección. No le expliqué que mi diseño fue robado por un idiota sexista que debí haber denunciado por acoso sexual en lugar de arrojarle el proyecto en el que había pasado semanas trabajando, así que no tiene ni idea de lo que está sucediendo en este instante. 

La compadezco.

No quisiera tener una jefa como yo justo ahora.

─Lo siento ─dice antes de cerrar la puerta principal tras ella.

A los segundos la voz de Tanner nuevamente llena mis oídos.

─¿Puedes abrir o necesito derribar la puerta? ─pregunta, pero no respondo, a lo que suelta un profundo y largo suspiro antes de apoyarse en la delgada pared de metal que nos separa. Por la abertura de abajo veo un par de zapatos negros y pulidos de cuero italiano que no llevaba antes, por lo que ya debió haberse cambiado. El silencio nos envuelve hasta que decide hablar de nuevo─. Todos los edificios de esta zona de Austin están hechos de vidrio azul y vigas de acero pulido ─relata en voz baja, haciendo temblar mis manos─. A pesar de que no está listo todavía, la nueva cede de los Rangers brilla como una estrella que acaba de caer del cielo si lo ves desde la terraza de este edificio y la de cualquier otro que sea más alto, pero si lo ves desde lejos, mientras conduces por la carretera, pareciera que formara parte de él y que estuviera a nuestro alcance ir allí. ─Sollozo, apretando mi estómago. Pasé un mes entero sin dormir preparando los planos y la maqueta para ese proyecto. Tantas horas de esfuerzo y de trabajo que alguien robó de mí como si mi amor por él no significara nada. Como si yo no significara nada, ni yo ni todas las horas que he soñado despierta con formar parte de algo tan grande como la construcción de un estadio. Un trozo de historia con mi nombre puesto en él─. Es hermoso, Savannah.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora