Capítulo 16:

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Ninguno de los dos dice nada más hasta que me estaciono frente a su casa. Cuando hago ademán de bajarme, puesto que tomaré un Uber de regreso a mi estudio, coloca su mano sobre la mía, que está sobre sus llaves, y niega. Arrugo la frente y bajo mi brazo en respuesta, deshaciendo nuestro toque antes de que haga algo estúpido debido a ello, como no apartarlo si se inclina sobre mí.

O aceptar una invitación a su casa.

─Puedes llevarte mi auto.

Aunque estoy tentada de negarme, la verdad es que no tengo ganas de sentarme en la acera o de verle la cara mientras espero que la persona con la que contacte en la aplicación venga por mí.

─Te daría las gracias, pero fue por ti que no me fui con...

─¿Con Sklovensko?

Mi mandíbula se aprieta ante la mención del apellido de Ryland.

Aunque me siento idiota por preguntarlo, lo hago.

─¿Son amigos?

Tanner me mira como si fuera estúpida.

─Ninguno de los dos es de tener amigos, Savannah ─responde─. Pero sí, lo conozco. Es mi socio más reciente. Decidí invertir un poco de mi dinero el bar deportivo que abrirá aquí y así...

─Así fue como supiste que cenaría conmigo ─completo con él, a lo que asiente con actitud desvergonzada cuando su comportamiento roza lo acosador─. Tanner, ¿eso fue antes o después de que fueras a mi apartamento estando ebrio?

Con la mano en la manija de la puerta, alza una ceja hacia mí.

─¿Importa? Negocios son negocios.

Separo los labios para responderle que sí, que sí importa, pero a último momento los cierro. Así esté en lo correcto al suponer que el plan B de Tanner para arrastrarme a sus brazos era ser mi segundo jefe en esto, a lo que no podría negarme por tener un acuerdo ya con Ryland, y ambos lo sepamos, él no lo admitirá nunca en voz alta, así como tampoco dirá que a lo largo de todos estos años no he sido la única capaz de no dejarlo ir del todo.

También está él, quién me ha sorprendido lo suficiente hoy al arrastrarse al restaurante al primer día de abandono de mi parte cuando es la persona más orgullosa y altiva que conozco.

Y está Pauline.

A quién ni siquiera considero una amiga, pero me necesita.

─No, no importa.

Tras mirarme por un largo momento, Tanner asiente y se baja.

─Buenas noches, Savannah.

No me da oportunidad de contestar. Cierra la puerta y me da la espalda para entrar a su casa, la cual lo espera con las luces encendidas. Tras verlo encontrarse con el mayordomo en la entrada y no caer sobre los escalones, presiono el acelerador y arranco a sabiendas de que no podré dormir durante toda la noche. No mientras todavía sienta sus labios sobre los míos.

*****

A la mañana siguiente asisto al trabajo con un sencillo vestido blanco con detalles azules similares a la porcelana holandesa. También tomo el deportivo de Tanner para dirigirme a él, pues sospecho que en cualquier momento podría aparecerse en mi sitio de trabajo para reclamarlo. Durante la mañana, afortunadamente, no hace acto de presencia, pero no canto victoria hasta que salgo de mi oficina a mediados de las seis y media de la tarde.

Para el momento en el que estoy subiendo por el ascensor de mi edificio, mi frente se encuentra arrugada porque no puedo creer que Tanner no se haya aparecido en todo el día. Aunque estoy en su mayoría aliviada de no tener que lidiar con él o lo que sucedió ayer, a lo que todavía no sé cómo me siento, una parte de mí se siente molesta por soltar algo como eso y simplemente desaparecer o arrepentirse después. A pesar de que ya confirmé que el terreno se encuentra a mi nombre cuando un abogado me trajo el título de propiedad más temprano, esto último pudo haber sido lo que sucedió, por lo que me alegra no haber cedido a la tentación de aceptar formar parte de su juego la noche anterior por mucho que mi cuerpo y mi corazón se moría por hacerlo.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora