Capítulo 23:

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Tengo menos de una semana para rehacer mi trabajo para el concurso. Gracias a la influencia que mis padres ejercieron sobre la universidad cuento con la ayuda de varios profesores para resolver mis dudas sobre los detalles técnicos, pero eso no servirá de nada hasta que tenga nuevamente un boceto perfecto de lo que quiero plasmar en los planos. Aunque la idea está fresca en mi mente, sin embargo, no he sido capaz de ejecutarla de la misma manera en la que solía amarla o de una tan siquiera similar y el tiempo corre, por lo que en dentro de mi desesperación recurro a medidas igual de desesperadas.

Tomo en cuenta los consejos de Tanner.

Meto en mi mochila un blog de dibujo después de acabar con mis clases del día, me visto con un simple atuendo deportivo y zapatillas y asisto a la práctica de los Longhorns. Llego justo cuando están iniciando, por lo que varios integrantes del equipo me echan miradas despectivas mientras trotan junto a mí por el borde del campo. Ignorando esto, tomo asiento al final de las gradas. Lo suficientemente lejos como para no identificar sus expresiones de desprecio debido a que muchos de ellos siguen del lado de Gordon, pero tampoco tanto como para no darme cuenta de la manera en la que Tanner me observa cada dos por tres con el ceño fruncido. No es el único. Ibor también, solo que de forma más amable. Le devuelvo el saludo cuando el rubio agita su mano en mi dirección pese a la evidente incomodidad de sus compañeros ante mi presencia. Eso le hace ganar malas miradas provenientes de ellos.

A diferencia del pelinegro, trota directamente hacia mí durante el descanso.

─Hola ─saluda adorablemente antes de llevar el borde de su botella de agua a sus labios, sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo y su frente cubierta con sudor. Le dedico una sonrisa mientras limpia la comisura de sus labios con el dorso de su mano enguantada. La herida en su ceja todavía es visible, pero está desapareciendo. Se veía mucho peor antes, pero la manera en la que la ropa deportiva acentúa sus músculos también tiene que ver con que lo último en lo que me fije sea en su rostro. Todos se ven grandiosos con la tela apretada cubriéndolos y sus protecciones. Su capitán incluído, pero eso es algo que siempre he sabido, al igual que todas las chicas que se aparecen con sus amigas aquí por las tardes─. ¿Tienes planes para hoy?

La sonrisa en mi rostro crece mientras niego.

Esta bien podría ser la tercera o la cuarta vez que Ibor me invita a salir, arriesgando su pellejo a ser rechazado, pero pese a que las posibilidades de que eso ocurra nuevamente son altas, no se ha rendido. Teniendo en cuenta que Tanner pudo haberlo lastimado debido a mí, lo cual no sé por qué sucedió, debo admitir que no se rinde con facilidad y darle el crédito que se merece por ello.

No sé si un chico sea lo que necesite justo ahora, no cuando debo estar concentrada en mis planos y no cuando mi corazón todavía duele por haber aceptado finalmente que el novio de mi amiga no es para mí, pero aún así separo los labios para devolverle el saludo y aceptar tomar algo, estrictamente como amigos, después de su práctica. El problema es que las palabras no salen a tiempo de mi boca.

Tanner llega primero.

─¿Cómo va eso? ─pregunta posicionándose a su lado, creando una especie de sombra sobre mí tras subir los escalones necesarios para acercarse, su cabeza inclinada en dirección a mi blog de dibujo abandonado en mi regazo y los brazos cruzados sobre su pecho.

─Bien ─miento, ya que no he trazado ni una sola línea.

─Me alegra, Savannah. ─No puedo evitarlo. Me estremezco ante el sonido de mi nombre en sus labios, un viejo hábito, pero se me hace mucho más sencillo que antes mantener mis ojos apartados de los suyos. He construído un muro a mi alrededor en lo que se refiere a él. Este está siendo puesto a prueba en este preciso instante─. ¿Qué harás cuando termines aquí? ¿Vamos por un helado?

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora