Tomás.
Julieta me bloqueó de todos lados. Nicole me manda mensajes a la cuenta que cree específicamente para hablar con ella y no soy capaz de responderle.
El timbre del recreo suena y salgo desesperado para encontrar a la morena. No está. No es de faltar a clases. Camino hacia su salón y por fin la veo. Está sola. Con la cabeza recostada en la mesa. Sé que está llorando. Me acerco a ella y me pongo a su altura, aunque desvía su mirada al tenerme en frente. No quiere verme.
— No hicimos nada, tonta.
— ¿Qué?
— Que no hicimos nada; No nos acostamos.
Confieso. Ella levanta su cabeza y puedo ver sus ojos tristes. Su cara está empapada de lágrimas y yo siento mi estómago removerse al verla así por mi culpa. Nunca quise lastimarla, pero le dije que era un bardo. Me arrepiento por involucrarla.
— Te quería hacer una joda, reaccionaste tan mal que no supe como decirte que era broma; Perdón.
— ¿Me juras que no hicimos nada?
— Te lo juro, además seguirías sin poder caminar, no te imaginas lo que hace la Crackerconda. — intento hacerla reír, por fin lo consigo, suelta esa pequeña risa que me hace sentir lleno de vida, acaricio su espalda y ella fija sus ojos en mí — Yo jamás me aprovecharía de vos, reina.
— Gracias, Tomi.
Dice, con una voz de nena chiquita. Cuelga sus brazos en mi cuello y por primera vez me abraza ella. La sostengo fuertemente. No quiero soltarla, nunca. Pero sé que en algún momento voy a tener que hacerlo. Ella se va a ir y yo voy a estar solo, otra vez.
— ¿Por qué Crackerconda?
— Porque tengo varios apodos y uno de ellos es Crackero.
Le comento, ella se aleja lentamente de mi, separándose por completo de nuestro agarre y me mira sin entender el porqué de ese apodo.
— Crackero viene de Crack. Fue una de las primeras drogas que consumí, por no decir la primera que probé.
— ¿De verdad no pasó nada entre vos y yo?
— Nada. Estábamos hablando y de la nada te empezaste a sentir mal. Te llevé a la casa de Lucas que quedaba a unas cuadras y te acosté en la cama después de sacarte la ropa.
— Odio que me hayas visto en ropa interior.
— Tranquila. Suelo ver cuerpos desnudos pero, esta vez no me quejo. Me encanta tu cuerpo. — bromeo, ella suelta una pequeña risa y le da un golpe a mi hombro — Eso sí. Cuando te estabas quedando dormida casi me besas, pero te corrí la cara. Un olor a vodka tenías, pendeja.
— Sos un tarado, Tomás.
Una vez más rie, se levanta de su asiento e intenta salir del aula pero la agarro del brazo; Haciendo que quede frente a mí. Mi sonrisa se borra y bajo la cabeza antes de preguntarle algo que me carcome el pensamiento desde ayer además de que, me llena de miedo la respuesta.
— ¿De verdad no querés ser más mi amiga? Porque, a mí me gusta pasar tiempo con vos.
— Me hiciste llorar, Tomás. — me recuerda, asiento con mi cabeza, esta bien que no quiera tener más contacto conmigo, debería sentirme bien por eso, es de la única forma que se va a salvar de mí — Aunque ahora que sé que no es verdad que estuvimos juntos, podemos seguir siendo amigos. Yo sé que te dije que la gente no suele cumplir con sus promesas pero yo sí. Solo que estaba enojada.
— ¿Tan malo sería si hubiésemos estado juntos?
— Quiero que sea especial, Tomás. Es mi primera vez. Lo único que me queda de mí. De seguro no lo entendes porque como vos dijiste ayer, para ustedes suele ser solo sexo.
— No, la verdad que no te entiendo pero quiero que me expliques.
— Tengo el pensamiento de que mi cuerpo para mí es sagrado. No puedo permitirle a cualquiera entrar en él. Tampoco creo en el príncipe azul pero, quiero encontrar a alguien a quien querer y que el sentimiento sea mutuo. Es algo de lo que no me voy a olvidar nunca más, Tom.
— Tom... — mis ojos automáticamente se llenan de lágrimas, recuerdo con nostalgia a la mujer que me trajo al mundo para después abandonarme y aunque me muero por odiarla, no puedo dejar de quererla — Así solía llamarme mi mamá; Me gusta que me digas así.
— Ojalá algún día puedas volverla a ver, sos insoportable pero sos la persona más increíble que conozco.
— Eso porque no te conoces a vos.
— Cortala, chamuyero número uno y decime ¿Qué pasó con Nicole?
— Nada. No me ánimo a decirle de que nos veamos, menos ahora que sabe quien soy.
— No te lo iba a decir porque odio que te agrandes pero; En la joda de Mauro me dijo que eras muy lindo.
Vacío. Absolutamente nada. Hace un mes y medio pude haber llegado a jugar que estaba completamente loco por Nicole pero, ahora no siento nada. El fin de semana creí que era por el alcohol que me hacía confundir pero ahora estoy sobrio y las mariposas de las que todos hablan no aparecen. No llegan. No sé si son simplemente parte de un cuento y un mundo de color de rosas que claramente no puedo leer ni ver o; Si no las tengo.
— ¿Vos también crees que soy muy lindo?
— Lo único que yo creo, es que tenes que invitarla a salir. ¿Qué puede salir mal?
— Absolutamente todo.
— Bueno, en el peor de los casos hay miles de Nicole en el mundo. Así que, si cuando se ven, las cosas salen mal; Siempre podes volver a enamorarte.
La morocha me guiña el ojo y se va de su aula, dejándome solo. Salgo detrás de ella y aunque quiero seguirla. Me quedo quieto al verla saludar a Nicole y me doy cuenta de que como siempre, mi amiga tiene razón.
Me voy a encontrar con miles de chicas como Nicole en este mundo, pero nunca voy a encontrar a una como la morena.
Solo hay una Julieta.
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Una carta para Nicole | cro y cazzu
General Fictiondonde Tomás le pide a Julieta que escriba cartas para la chica que le gusta.