18.

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Julieta.

Mi alarma empieza a sonar. Maldigo el no haberla desactivado; Al fin y al cabo es domingo. Busco mi teléfono pero al tocar la mesa de noche me encuentro con un papel. Abro mis ojos de golpe al no sentir a Tomás abrazado a mi cuerpo como cada vez que se queda a dormir. Me doy la vuelta, no está. Apago la alarma y leo la nota que dejó sobre mi celular.

"Me voy, hubo problemas en mi casa. Además, más tarde salgo con Nicole y quiero estar presentable.

PD: ¿Algún día vas a dejar de roncar?"

Automáticamente una sonrisa se forma en mi rostro al leer las últimas palabras que escribió mi amigo. Me preocupo por el principio y no dudo en escribirle.

Julieta.
¿estás bien?

Lee el mensaje pero no responde. Supongo que debe estar muy ocupado preparándose para su cita con Nicole.

Dejo mi celular en mi mesa de noche y me levanto de la cama al escuchar la puerta de la habitación de mi papá abrirse. Me acerco hasta su puerta y lo veo recostarse en su cama. Trabajo toda la noche. Lo hace por mí, sin tener idea de que lo voy a defraudar. Solo es cuestión de tiempo para que yo me suba a un avión y ni siquiera pienso en regresar.

— ¿Qué haces ahí? — pregunta mi papá, me deja ver todos sus dientes, entro a su habitación y encojo mis hombros — ¿Tu novio se fue?

— Tomás no es mi novio, es mi mejor amigo, papá.

— ¿De verdad? — asiento con mi cabeza, él se arrepiente por la pregunta, me acuesto a su lado en la cama y recuesto mi cabeza en su hombro — Nunca vi a dos adolescentes mirarse como se miran ustedes.

— Yo lo miro. Supongo que terminé enamorándome de él pero, su corazón le pertenece a alguien más.

— No lo creo. Es imposible que él no se haya fijado en vos.

— Es posible existiendo Nicole, una rubia de ensueño. Crees que es la típica chica mala de cuerpo perfecto que aparece en las películas pero, es todo lo contrario. Ella es buena. Más que yo.

— ¿Mi hija se está tirando abajo? — se sorprende, me toma del mentón y ve a mis ojos llenos de lágrimas — Podrá ser la típica rubia cliché pero, nunca te va a llegar a los talones.

— Soy una simple morocha de pelo largo contra una rubia de ojos verdes. Es obvio que la va a elegir a ella.

— Yo lo veo durmiendo todos los fines de semana acá, no en la casa de esta supuesta chica perfecta. Me parece que no lo eligió.

— ¿Seguro? — pregunto, una lágrima rueda por mi mejilla recordando los mensajes que Nicole le envió a Tomás ayer — Porque en este momento se está preparando para tener su primer cita con ella. — bajo mi cabeza, mi papá se queda callado, no sabe que decir, tenía la esperanza de que su hija conozca lo hermoso que es el amor y lo descubrí, con la diferencia que yo siento amor por Tomás y este siente amor por otra, no coincidimos — No quiero hablar de él, necesito decirte algo, papá.

— Decime.

Abro mi boca. Estoy a punto de decirle que obtuve una beca para irme a estudiar al exterior. No puedo mirarlo a los ojos. Tomo aire y cuando digo una palabra, escucho como golpean la puerta principal. Mi ceño se frunce porque nadie suele visitarnos.

— Yo voy a ver quien es. Vos, mejor descansa.

Me levanto rápidamente de la cama y cierro la puerta de su habitación. Me acerco a la entrada y al abrir la puerta mi mandíbula se cae al suelo.

Tomás está frente a mí. Tiene lentes de sol y el pelo todo alborotado. No me mira a los ojos por lo que no puedo verle la cara.

— ¿Qué haces acá, no tendrías que estar yendo a verte con Nicole?

— Mi padrastro me desfiguró la cara, así que supongo que se canceló la cita.

Levanta la cabeza y me permite ver su rostro. Al sacarse los anteojos, mis ojos se llenan de lágrimas. Está lleno de golpes. Tiene sangre seca en el labio y arriba de este.

Me finge una sonrisa con las pocas fuerzas que le quedan. Lo agarro del brazo y lo acerco a mí. Obligándolo a abrazarme. Esconde su cabeza en mi hombro. Cierro mis ojos, quiero llorar pero tengo que demostrarle que todo va a estar bien. Aunque ninguno de los dos crea eso.

— Yo te voy a cuidar, Tomás.

Le digo. Intento sacar la sangre seca de su labio inferor. Clavo mi mirada en este. Es la primera vez que me atrevo a observale los labios, ahora completamente hinchados. Reacciono y decido volver a mirarlo a los ojos, los cuales se encuentran completamente rojos.

Las manos de Tomás se posan en mi mejilla y me acerca rápidamente a él. Como un muerto de sed agarra una botella de agua; Él acorta nuestra distancia desesperado. Sin siquiera ponérselo a pensar un minuto, captura mis labios. Cuelgo mis manos en su cuello y me pierdo entre sus besos, al igual que perdí en este juego del amor.

Estoy completamente enamorada de Tomás Campos.

Una carta para Nicole | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora