22.

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Julieta.

Estoy paralizada. La gente está aplaudiendo, nunca pensé que lo harían. Desde el primer día que llegué al colegio todos me molestaron por ser del norte de Argentina, cuando en realidad no me conocían. Tampoco, se molestaron en hacerlo. El único que quiso conocerme fue él; Tomás, quien está parado en la puerta del patio mirándome con una sonrisa como si yo, nunca lo hubiese arruinado.

Apreto mi guitarra contra mí y me levanto de mi asiento para salir del escenario. Por un momento me olvidé del pánico escénico que sufro desde el día en que nací.

Empiezo a caminar hacía mi curso, donde dejé mi mochila y el estuche de mi guitarra.

— No sé si me alegra tanto que hayas cantado frente a todo el colegio. Ahora todos te aman. Creo que, estoy celoso.

Una sonrisa se forma en mi rostro al escuchar la voz de Tomás detrás de mí. Tomo aire y junto valor para darme vuelta. Levanto un poco mi cabeza y me encuentro con sus ojos mirándome.  A pesar de la pelea que tuvimos, me sonríe como siempre lo hizo y una vez más mi estómago se llena de mariposas; No me abandonaron.

— ¿Qué haces acá? — pregunto, me cruzo de brazos, por más que por dentro esté completamente muerta de amor por él, ambos nos lastimamos con las palabras — ¿No tenías una cita con el amor de tu vida?

— No sé; ¿Vos querés tener una cita conmigo? — cierro la boca, los nervios me recorren el cuerpo al verlo a Tomás acercarse a mí — Te mentí, todo este tiempo lo hice.

— ¿Con qué me mentiste?

— El día en que llegaste al colegio; Te vi. Quise acercarme a vos pero no supe como entonces no lo hice, porque pensé que vos eras alguien completamente imposible para mí pero, hace cuatro meses te escuché hablar con tu profesora, dijiste que te ibas a vivir a España y me di cuenta que era mi última oportunidad para al menos estar cerca tuyo.

— ¿Qué decís, Tomás?

— Digo que me gustas hace dos años. Nunca me gustó Nicole, inventé eso porque es la chica más popular y fue lo más creíble que se me ocurrió para hablarte.

Trago saliva cuando siento las manos de Tomás posarse en mi cintura. Niego con mi cabeza. Intento procesar todo lo que acaba de decirme pero no puedo. A pesar de que mi cabeza diga que no, mis ojos gritan que sí y él le hace caso a estos.

Me acerca hacia su cuerpo, causando que nuestras bocas queden a pocos centímetros de distancia y yo tomo el impulso de romperla. Cuelgo mis manos en su cuello y capturo sus labios, como si fuera la última vez que voy a hacerlo.

— ¿Por esto tenías que irte?

Abro mis ojos; Me suelto rápidamente del agarre de Tomás y me encuentro con Nicole detrás nuestro. Sus ojos están llenos de lágrimas. Apreto los míos. La culpa invade mi cuerpo.

— No hacía falta que me mientas a mí también. Podrías haberme dicho que en realidad te gustaba ella.

— Nicole, para.

— Vos cállate. Pensé que éramos amigas pero veo que no. Nunca tuve que haber confiado en ustedes dos, ahora entiendo porque todo el mundo se burlaba de vos.

Es lo último que dice antes de irse. Una lágrima recorre mi mejilla. Empujo a Tomás quien está quieto. Él clava sus ojos en mí y con mi mano señalo la puerta, obligándolo a que vaya tras ella pero me dice que no. Quiere quedarse conmigo. Suelto un suspiro y después de agarrar mis cosas soy yo quien sale corriendo a buscar a Nicole, pero ella ya no está.

— ¿Por qué? — pregunto cuando Tomás intenta agarrarme la mano pero me suelto bruscamente de su agarre — ¿Por qué me mentiste?

— Porque si te decía la verdad nunca me ibas a permitir acercarme a vos. — dice, tiene razón, al parecer desde el principio supo de mi enorme miedo al amor. — Porque pensé que nunca ibas a fijarte en mí. 

— Jugaste con las dos, Tomás. Ella se terminó enamorando de vos.

— ¿Y vos? — intenta averiguar, pero nunca pudo descubrirme, ni yo a él tampoco — ¿Vos no llegaste a sentir nada por mí?

— Yo me voy a ir a España dentro de unos días, Tomás.

— ¿Qué tiene que ver, eso te impide decirme lo que sentís por mí?

— Tengo miedo de que cuando te diga lo que siento por vos; Se haga real y no pueda irme.

— Nunca te pediría que abandones tus sueños por mí. Aunque me muera porque te quedes, quiero que seas feliz.

Cierro mis ojos. No puedo dejar de pensar en Nicole, todo empezó con una carta para ella y terminó con tres corazones rotos.

Tomás intenta agarrar mi mano de nuevo. Abro mis ojos y me doy la vuelta para quedar frente a él. Sus ojos brillan y todavía no puedo creer que lo hacen por mí.

— Por favor; Decime lo que sentis.

— Te quiero Tomás y también puede ser que esté completamente enamorada de vos pero, eso no hace que deje atrás el miedo de que me lastimes.

— Vos me estás lastimando a mí no dejándome quererte. Aprendamos lo que es el amor, juntos.

— Me voy en una semana, Tomás. ¿Crees que se puede llegar a amar en tan solo siete días?

— Ya lo hago Julieta, ya te amo.

Una carta para Nicole | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora