Capítulo 30

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¿Algunas vez se ha sentando en silencio a ver a alguien más ser? Ejemplo estoy sentada mirando a Timotheé pintando. Está descalzo, sin camisa y con unos pantalones pintados a más no poder. Se concentra tanto que es hermoso. Mueve su cabello cada vez que le interrumpe. Pintan con el pincel, pero termina dándoles detalles con sus dedos. Muerde el pincel cada vez que terminar un trazo.

Solo tiene una silla y un matress, en donde estoy sentada. Cada vez que nuestras miradas se cruzan me sonríe. Me levante, camine en su dirección y me detuve a su lado. La pintura es hermosa,  son dos personas en una motora en la noche. Somos nosotros, sonreí y bese su frente.

— ¿Te gusta?— pregunto casi en un susurro.
— Mucho— comente acercándome a su cara.

Timotheé me beso, les respondí y deje que mis manos viajarán por su torso desnudó. Me caricias le sacaron risas, me siguió besando y riendo. Bese su mejillas, su nariz, la línea de su mandíbula y su cuello. Me acomodé sobre su regazo.

— Voy a tener que darte la campanita— dijo entre risa.

—¿Que campana?— pregunte confundida.

Timotheé se rió y se mordió su labio inferior.

— Si estoy ocupado, la suenas y—pasó su manos por todo mi cuerpo— tus deseo son satisfechos— expresó de manera coqueta.

— ¿Y quien dijo que eso quiero ahora?— pregunte haciéndome la ofendida.

Me miró divertido.

— Tus ojos y si no es tu caso, pues— llevo mi mano a su entrepierna— alguien se emociono contigo.

Le besé, me levante de su regazo, regrese al matres y me quite el camisón bajo su atenta mirada. Timotheé se acercó, me tumbo en el matress, beso todo mi cuerpo con pasión y lento. Con la devoción que él le pone a mi cuerpo jamás encontraré. Alguien que me haga y deshaga en una sola mirada. Que me de hasta que no pueda más, pero que siempre quiera.

***
Acostados sobre el matress, desnudos abrazados, con los pies entrelazados y su cabeza apoyada sobre mi pecho. Su mano sobre mi abdomen, tengo una mano en su espalda y otra sobre la suya en mi abdomen. Siento su respiración en mi cuello. Puedo quedarme aquí por una vida. El teléfono sonó, pero no nos movimos, sonó y sonó. Timotheé me abrazo más fuerte, me aferré a él más fuerte.

Me encanta que haga eso, por qué tampoco me quiero ir. O dejarlo ir, pero es muy pronto para decirlo. No quiero correr. Hay tanto que no hemos dichos, pero creo que ambos sabemos. Como en instante de paz.

Siento que nos aferramos uno al él otro por medio de perdernos. Hay un área gris que aún no exploramos. Y eso es lo que no mantiene pensando que cada encuentro es el último. En que una mañana, después de una larga noche de sexo, alguno se levantara. Solo para ver cómo el otro se fue sin dejar rastro. Para vivir por el resto de nuestras vidas de recuerdos.

Timotheé escondió su cara en mi cuello y lo beso. Reí, él no tiene ni idea de los escalofríos que ese beso me provoca. No sabe cómo estoy comenzado amar su respiración en mi cuello. Su olor, es una mezcla de cítricos, mar y madera. Timotheé huele a veranos felices, huele a posibilidades nuevas.

El teléfono sonó de nuevo, Timotheé suspiró y se sentó en el matress. Estrujo sus ojos y se levanto. Me quedé en el matress. El sol comenzó a colarse más por la ventana. Me quedé viendo la pared en blanco. A lo lejos escucho sus paso y sus "ujum", "D'accord", "Je ne se pais",  "C'est pas possible". Cada vez que habla francés lo considero más atractivo.

Me imagino que de chico en la escuela las niñas se morían por él por su acento. Y uno que otro chico, me pregunto ¿Cuantos chicos ha amando antes que yo?, ¿Si le queda algún amor sin olvidar? Quizás juzgo por experiencia. Quizás él tenga a alguien que pensó que sería para todos la vida. Quizás sonría al recordarlo o lo espere todavía. O quizás no hay nadie, y no por presumir o asumir. Quizás yo pueda ser ese alguien.
Timotheé regresó a la habitación.

El Amor Te RecordaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora