Capítulo 24

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No recuerdo mucho de lo sucedido hace cuatro noches. Solo recuerdo que en eso días no podía dormir o comer. Sentía tanto dolor en el cuerpo y en el alma. Solo recuerdo a Paulette gritando desde la puerta, pero no tenía fuerza para abrirla. Alguien cargándome y ya todo se va en negro. Hasta que desperté en el hospital con tanto suero y máquinas conectadas a mi que me di el susto de mi vida. Dawsey corrió a mi y detrás entro Paulette ambos habían llorado. Sus ojos hinchados y rojos los delataban.

—¿Que paso? — pregunté desorientada.

Ambos me miraron como si estuviese loca, mire mis muñecas por qué por un momento pensé que había hecho lo más loco del mundo. No fue así, al menos conscientemente no intente matarme.

—¿No recuerdas nada?— pregunto Paulette entre enojo y asombro

—El doctor dijo que has estado bajo mucho estrés que puede que eso te haya afectado. — se mordió los labios— Llevabas más de 4 días sin comer o dormir, estabas algo agresiva y te encerraste en tu habitación. Cuando no pudimos abrir la puerta la derrumbe y te encontré en el suelo. No podía moverte o hablar.— agarro mi mano— Nos asustamos tanto— dijo con la voz quebrada.

— Ahora necesitamos que te recuperes— comentó Paulette acariciando mi cabello.

Lo único que podía recordar era mi desespero por dormir. Al cerrar mis ojos solo veía los errores de mi vida o tenía pesadillas con errores futuros. Incluso la última vez que lo intente medio la temible parálisis del sueño. Lo cual ya no sé si pasó o si la misma depravación del sueño y comida me llevó a alucinarlo. El doctor entró con una enfermera.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó mientras revisa mi pulso y sensibilidad en los dedos.

—Cansada, débil y con mucha sed.

— Normal dado a la falta de sueño y comida. Llegaste deshidratada, bajo niveles de potasio lo que hizo que no te movieras y con un cuadro de deprivación del sueño preocupante. Como le explique a sus hermanos aquí queremos brindarle el mejor servicio. Señorita Smith un psiquiatra bajara a verla en una hora. Nos gustaría que si fuese necesario considerada un tratamiento para su otros síntomas— expresó de manera cautelosa.

Solté un suspiro

—¿Que bajo el potasio? — pregunté.

— La falta de comida, mala alimentación y las pastillas naturales que tomó para dormir. Sabemos que tomó dos y la indicación era de una. Le estamos administrando vitaminas por intravenosa y ya que despertó tendrá que comer.

Asentí, el doctor Saiz según su el nombre que está bordado en su bata, apunte algo y se lo dio a la enfermera. Le sonrió a mi hermana con mucho entusiasmos. Está no le devolvió la misma sonrisa, para ser sincera aún me ve como si me fuese a romper. Como si al cambiar la cara me moriré en esta cama. Al igual Dawsey que de cada cierto tiempo aprieta mi mano o mi pie. Lo muevo y sonríe un poco.

La comida llegó y ambos me obligaron a comer los huevos más soso que he comido en mi vida. Las papas que sabían a cartón en vez de papas y un jugo de uva. Qué es lo único que se rescata de esta comida. Y el guineo que trajeron a toda prisa por qué se les había olvidado. Unos 20 minutos después llegó el psiquiatra.

No llego solo, el hombre de baja estatura, barriga pronunciada y cabello canoso. Llegó junto su estudiante de práctica, un joven que es como ver a el hijo de Jesse y Nathan. Tiene el cuerpo y los ojos de Nathan en la cara de Jesse. Incluso como se para con esa seguridad y altanería que lo caracteriza. Y sonreí ante ese pensamiento porque quizás algún día, si no nos apartamos, podré ver a esos dos juntos en matrimonio.

El Amor Te RecordaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora