Capitulo 7

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La chica se levantó a la mañana y se puso un jean negro ajustado y una camisa azul y negra a cuadros.
Bajó con su mochila al hombro y se encontró con Zayn en la cocina.
-Hola. -saludó ella.
-Hola, preciosa.
La chica agarró una manzana y se dirigió a la puerta de la casa.
-Am...- dijo volviéndose. - ¿Te gustaría llevarme?
Él sonrió cuando ella se lo propuso y asintió.
Caminaron hasta el colegio porque el día estaba lindo.
-¿Y cómo fue que terminaron teniendo mi tutoría?- preguntó ella y luego mordió la manzana.
-Jhon era muy amigo nuestro. Lo conocimos hace varios años. Cuando estaba por morir nos confesó que había adoptado a una nena pero no sabía cómo criarla y la tenía abandonada. Harry aceptó la tutoría y Jhon la dejó a nombre de los cinco.
Ella empezó a toser por la manzana. ¿Harry había sido el que había aceptado la tutoría?¿El mismo Harry que tanto la odiaba?
Cuando la tos cesó miró a Zayn incrédula.
No volvieron a tocar el tema. Al llegar al colegio ella se despidió de Zayn y Paul se acercó rápidamente. El joven padre sintió una mirada sobre él. Una mirada insistente. Se encontró con un grupo de estudiantes que le clavaban la mirada. Se fue algo incómodo del lugar.
-Paul, le dije papá a Liam.- dijo ella en un susurro cuando entraron al edificio.
Él la miró, atónito.
-No lo sé.- dijo ella. -No lo pensé. Sólo lo dije así de la nada. ¿Estoy volviéndome loca?
-Claro que no.- la tranquilizó él. -Él llegó a cumplir todos los aspectos de una figura paternal ante tus ojos. Me alegro de que lo haya hecho. Parece un buen tipo.- ella guardó silencio. - No te avergüences, estás dándote la oportunidad de tener una familia.
Él le pasó el brazo por los hombros y la pegó más a su costado. Ella sonrió.
-Se siente bien.- dijo al fin. -Llamarlo así se siente bien.
El chico sintió un poco de celos por saber que esos cinco tipos poco a poco entraban en el corazón de la persona que él más amaba pero entendió que eso a ella le hacía bien así que guardaría los celos para otro momento.
Cuando volvió a la casa la encontró vacía así que volvió a salir rumbo al taller. El auto estaba listo así que lo estacionó a tres cuadras de su nueva casa y volvió a pie. Las dos semanas habían pasado, ella quería correr. Sabía que no debía hacerlo pero lo necesitaba. En la velocidad y las curvas cerradas encontraba su consuelo.
Se metió en su habitación e hizo sus deberes. Tiró sus exámenes en la caja y volvió a meterla bajo la cama. Los chicos llegaron en la noche, exhaustos. Fueron directamente a sus habitaciones sin hablarle pero ella no dijo nada. Cuando los primeros ronquidos llegaron a sus oídos ella salió por la ventana. Una lluvia finita empezaba a caer. Llegó a la pista y sintió algo raro el auto pero la necesidad de correr no le permitía detenerse.
Saludó a sus compañeros. Todos estaban felices de volver.
-Clara, vamos.- dijo Lukas haciéndole una seña. -Corramos.
-¡No!- se escuchó el grito a sus espaldas que hizo que todos se voltearon.- Clara, no lo hagas.
Era Paul. Estaba serio. Furioso.
-No lo escuches.- dijo Lukas.
-La última, Paul. La última y lo dejo.
-Siempre decís lo mismo, Clara.
-Si abandonas ahora doy la carrera por perdida.- dijo Lukas para provocarla.
Paul sabía que no iba a poder detenerla pero lo intentaba de todas formas. Ella volteó sabiendo que su amigo se había dado por vencido y subió al auto.
La carrera empezó. Ella subió la velocidad al tope y tomó las curvas mas cerradas haciendo soltar exclamaciones a los otros corredores. Iba bastante más adelante que Lukas y se sentía bien. Al llegar a la meta quiso hacer esa frenada que tanto impresionaba a todos pero los frenos no respondían.
Paul pudo ver la cara de terror de ella y supo que algo no iba bien.
Antes de estrellarse la chica recordó las palabras de Jony antes del accidente.

-Clara, cubrite el rostro y tirate ahí.

Ella obedeció a la orden aún dos años después. El estruendo no tardó en llegar.
Paul estuvo a punto de desmayarse pero, en vez de eso, corrió hasta el lugar. Abrió la puerta del auto de par en par con suma violencia y encontró a su amiga en el piso del coche inconsciente. La tomó en brazos, el auto se prendía fuego, tenía que sacarla de ahí.
La lluvia hacía que la sangre del rostro de ella resbalara hasta su ropa.

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