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Claudia

También bebí un poco, dos cervezas para ser sinceros, Ana parecía que bebía agua, de pronto tuve el valor para preguntar:

—¿Dónde se conocieron Ana y Stephan?

Se lo pregunté a Lourdes y me respondió.

—En la universidad, estudiaban lo mismo, por Emilia conocí a Ana, hace un poco más de dos años, pero nuestra amistad comenzó un poco después que mi prima se fuera a Italia

Con esa respuesta sí estaba satisfecha y bueno, la hice cuando Ana y Maggie estaban en el baño. Volvieron con vodka y pensé que era un exceso, lo dejé pasar, porque Ana no trabajaba el día siguiente. Ana llevaba prácticamente la mitad de una botella de vodka y todo lo que había tomado antes. De pronto comenzó a repetir "¿porqué?" como si se reprochara a sí misma. Iba a abrazarla cuando dijo claramente:

—Debí confiar en ella, debí preguntarle, ahora no estaríamos así

Ella parecía haber olvidado que no estaba sola, estaba llorando y para mí era claro que sus lágrimas y lo que había dicho no era por mí. Eso en serio me enfadó, me enfadó que olvidara que la estaba escuchando, me enfadó no entender qué le pasaba ¿Quién era la chica por la que decía eso? Ana jamás había bebido de la forma en que lo estaba haciendo y quizás por eso yo no me había enterado antes ¿Yo era el clavo que debía sacar a otro?

—¿De qué o de quién habla Ana?

Ya para qué le hablaba a Ana, seguro ni se enteraba qué sucedía. Ninguno de los cuatro respondió, aunque entendía a Irene, conocía a Ana lo mismo que yo. Me molestó más que sabiendo no respondían.

—¡Ustedes saben! ¡Me enoja que no tengan el valor para decirme las cosas! Que sea la única idiota que no sabe qué está pasando

Me terminé la cerveza, con mis manos froté mis ojos y después suspiré, quería calmarme. Ana quizás sólo se estaba desahogando, incluso llegué a pensar que quizás no lloraba por un viejo amor, sino, talvez por una vieja amiga. Cambié mi semblante, quise entenderla. Ya no quería que bebiera, así que alejé la botella, ya había bebido más de una botella y todo lo demás, de milagro se mantenía despierta aún. Todo parecía mejorar, no abrazó, después de eso creí que todo estaría bien, así que antes de que se apartara de mi por completo traté de besarla, ella me detuvo sin comprender.

—Tú no eres ella

¡Por el maldito basilisco de la cámara de los secretos!
Eso lo confirmó todo, ella quería a alguien más, ella estaba así por alguien más, ella no había superado a esa persona, me sentía como un juguete, como a alguien a quien usaban para "olvidar", por eso siempre había sido complicado avanzar en nuestra relación, en todos los aspectos ¿porqué diablos estaba conmigo? Las lágrimas salieron rápidamente, me dolía, me ardía como mil brasas. Yo en serio la amaba y me dolía que no fuera mutuo, miraba su rostro, esperando que éste me diera una respuesta a todo, al porqué las cosas eran así, pero sólo me encontré a una chica con la vista perdida, los ojos llorosos y borracha a más no poder.

No podía quedarme más, no me sentía cómoda. Me puse de pie.

—Me voy

—¿Quieres que te acompañe?

Preguntó Irene.

—No, diganle que hablaré con ella cuando esté sobria

—¿Podrás conducir?

Ahora fue Lourdes.

—Sí puedo con lo que estoy sintiendo, creeme, conducir será un chiste

No esperé más, estaba molesta, triste... Me sentía traicionada.

Salazar ¿Slytherin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora