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Disculpen la tardanza...

Irene

Llevaba un par de días pensando en cómo le pediría matrimonio a Lourdes, sólo esperaba que no sospechara nada, era demasiado inteligente y perspicaz.
Estaba viendo unas fotografías viejas, cuando una me llamó la atención, una idea vino a mi cabeza y la época lo hacía más que perfecto.

—¿A dónde vamos?

Preguntó cuando íbamos en el taxi.

—A dar un paseo

Veía por la ventana del vehículo las decoraciones de navidad y fin de año, estaba oscureciendo y eso era bueno, las luces se encenderían y todo se vería más hermoso, más iluminado.
Al llegar al lugar nos bajamos del vehículo. Lourdes me sonrió.

—Me gusta éste lugar y en ésta época se ve mejor, más bonito

Alzó una ceja, era una tan coqueta cuando quería. Nos acercamos al pasamanos del mirador, la ciudad estaba iluminada por esas luces navideñas, en algunos puntos se notaban árboles con luces de colores.

—Éste es un lugar especial ¿No crees?

—Mucho, aquí nos convertimos en pareja

—Lou...

La llamé para que me mirara.

—...estoy totalmente segura que quiero toda mi vida a tu lado, no tengo nada que pensar, sé que eres el amor de mi vida y...

Saqué el anillo y lo puse entre nosotras.

—...¿Te gustaría ser mi esposa?

Nos miramos, ella estaba sorprendida, no decía nada, yo me ponía más nerviosa a cada segundo.

—¡Wow! No sé qué decirte, es decir, no me lo esperaba y...

Se aclaró la voz.

—Claro que me gustaría, mi amor

Coloqué el anillo en su dedo y nos abrazamos por largo tiempo. Aún estaba nerviosa, pero feliz.
En casa celebramos con una cena especial. Sus ojitos brillaban, eso me tenía feliz.

Claudia

Después de pensarlo tanto decidí hacer algo simple.
Normalmente yo hacía la cena, salía temprano del trabajo y llegaba antes que Ana.
Preparé la comida favorita de ella, arreglé todo, música de fondo, rosas en un jarrón.
Cuando llegó observó todo y de inmediato me miró.

—¿Qué hiciste?

—Nada, amor. Soy un ángel, lo sabes

Achinó los ojos.

—Me dueles, bebé

Ella sólo suspiró y me dió un beso en los labios.

—Ve a lavarte las manos

No protestó ni nada. Estaba nerviosa, apenas pude comer, finalmente me armé de valor, sobre todo porque Lourdes no dejaba de verme, como esperando a que por fin dijera lo que pasaba.

—Sabes, desde el primer momento que te vi sentí atracción por ti, algo especial, no pude quitarte los ojos de encima, no puedo aún. Te observé de lejos y ahora lo hago de cerca y no puedo evitar sentir tanto amor por ti. Estoy tan enamorada de ti que no puedo imaginar una vida en la que no estés. Y si tú también te sientes así, si tú también quieres una vida en la que estemos juntas, entonces...

Ana me interrumpió.

—Acepto casarme contigo

Quedé con la boca abierta, pero sonreí. Saqué el anillo y se lo puse, ella lo miró un instante, se levantó y yo también lo hice, me besó y luego me abrazó. Mi corazón palpitaba fuertemente.

—Te amo, Ana

—Te amo, Claudia

Todo lo que había pasado antes nos había traído hasta ese momento y lo repetiría todo si ella estaría conmigo.

Salazar ¿Slytherin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora