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Irene

—Mi prima volvió

Dijo Lou de la nada. Ya me había contado antes que tenían un tiempo en Italia y que ahora regresaba y había vuelto con una italiana, así que por la tarde fuimos a la casa de su prima, me la imaginaba de muchas formas. Lourdes me había platicado antes acerca de ella.
Y me sentía feliz de que volviera porque era alguien importante para Lourdes.

Entramos en la casa sin siquiera pedir permiso, Lou tenía su propia llave. Al entrar escuchamos unas suaves risas que provenían de algún lugar de la casa, me avergoncé de estar allí, podría ser que su prima y esa italiana estuvieran en un momento íntimo, porque Lourdes ya me había dicho que a su prima le gustaban las chicas.

—No creo que sea buena idea interrumpir

Le dije a mi novia, pero no me escuchó y se acercó con cuidado a una puerta, observó y noté su seriedad. Después me miró y me hizo una señal para que me acercara, tomó mi mano y habló:

—¿Milo? ¿Estás aquí?

Su prima respondió positivamente. Al entrar ví a una chica castaña cocinando y otra de cabello corto, inmediatamente me miró y se acercó.

—Bienvenida, un gusto conocerte

—El gusto es mío

Tomé la mano que me extendía.

—Soy Irene Álvarez

—Yo soy Milo León, prima de Lou

Lo sabía, Lou me había hablado de ella y se lo hice saber. Pero al parecer ella no sabía quién era yo.

—¿Tú eres?

No sabía qué responderle, pero, si era prima de Lou debía saberlo, quizás sólo no quería equivocarse.

—Eh... Yo... Soy su novia

Vitoreó a Lou y mi novia sólo se sonrojó.
La extranjera nos ofreció asiento, yo me senté y posteriormente lo hizo Lou. La italiana nos sirvió pasta, el aroma era delicioso.

—Soy Lionetta D'angelo, amiga de Emilia

Me sentí apenada, por su sonrisa y esos ojos tan claros que era difícil ver en alguien del país.

—Un gusto

Dije con dificultad. Pero después me sentí mejor, al menos no era alguien arrogante con quien no se pudiera hablar era bastante amable y atenta.

—Eres italiana ¿verdad?

Era tonta, lo sabía, porque eso ya me lo había dicho Lourdes. Lo había preguntado sólo para hace conversación. Ella, sin borrar su sonrisa afirmó.

Lourdes le entregó el viejo teléfono a su prima. Hablaron acerca de sus primos. Habían quedado para verse el siguiente día en la tarde.

Claudia

Estaba tirada en mi cama esperando a que ya llegara un Dementor y me diera el beso.
Tenía un trabajo, necesitaba un fotógrafo y a pesar de poner un anuncio no había tenido suerte y estaba por llorar, tenía que presentar mi trabajo pronto y no sabía qué hacer.
Podía incluso pedirle a Ana que me ayudara o incluso me convencí que Antonio podía hacerlo. Mi teléfono sonó interrumpiendo mi pensamiento, era un número desconocido, a la tercera llamada respondí, con desconfianza, claro.

—¿Aló?

—Aló, le llamo por su anuncio, donde informa que necesita un fotógrafo

Su acento me hizo poner a trabajar el cerebro.

—¿Es usted fotógrafo?

—Sí, le puedo mostrar mi trabajo y usted decide si requiere de mi...

—¡Claro! ¿Dónde puedo verle? ¿Es posible que sea en éste momento?

Por supuesto que me urgía empezar, no me importaba qué tan bueno o malo fuera su trabajo ya sólo quería salir de ese proyecto que sin empezar ya me tenía cansada.

Llegué a la cafetería acordada, entré y me senté en una mesa cerca de la puerta. Saqué mi teléfono y le escribí.

—Estoy en el café que me indicó

Por mi seguridad le dije que yo llegaría a su mesa, por las distinciones pude encontrarle y me senté frente a aquel chico, era apuesto, pero la chica a su lado lo era más. Su cabello, su perfil, sus ojos, era guapa, era hermosa. Pero a lo que iba.

—¿Es usted el fotógrafo?

—Sí

—Un gusto, soy Claudia Salazar

Extendí mi mano para tonar la de él.

—¿Slytherin?

Preguntó. Me sorprendió, sólo una persona en mi vida había hecho eso y era muy raro que lo hiciera también. Le comenté que mi pareja había preguntado lo mismo cuando nos conocimos. Después de un breve silencio se presentó.

—Soy Stephan León, un gusto

Sacó su tablet.

—Bueno, deje que le muestre mi trabajo

—Stephan

La chica lo llamó, le habló en otro idioma y por algunas palabras supe que eran italianos, el acento de él tenía sentido.

—Vado fuori, faccio una passeggiata per un momento, in modo che possano parlare correttamente e non mi sento strano

—D'accordo

[—Saldré afuera, a pasear un momento para que hablen adecuadamente y yo no me sienta extraña

—De acuerdo]

Ellos se besaron y yo estaba sorprendida.

—No creí que fueran Italianos. Con todo respeto, tiene una hermosa novia

Él sonrió, luego me mostró sus fotos, edificios y lugares, seguramente de Italia, paisajes a las diferentes horas del día, eran realmente hermosas, pero me llamó más la atención las fotos de su novia, los enfoques, las situaciones, tan tan hermosas que me enamoré de su estilo.

—Ella es su musa

Aseguré.

—Me gusta fotografiarla

Respondió. Ví una foto de la chica sentada en una cama, leyendo, su gesto era gracioso.

—Capta emociones, o al menos eso es lo que yo percibo

Le devolví la tablet, no había más que ver, había sido suficiente y se lo hice saber. Sonrió y hubiera deseado preguntarle la razón, pero me abstuve.

—Me gusta su perspectiva

—Eso significa que va a requerir...?

—Sí

—¿Cuándo quiere que empiece?

—Por mí sería hoy mismo, pero ya es muy tarde. Mañana... Después del almuerzo

Así podía almorzar con Ana sin problema. Le dí mi dirección. Nos despedimos al salir.
Estaba contenta, después de semanas esperando a que un fotógrafo me contactara, llegaba éste italiano, no sabía cómo se había enterado ¿a caso estudiaba en la universidad y yo no lo sabía? Era una universidad grande, con horarios diferentes, probablemente sí lo era. Pero lo importante era que lo tenía y por sus grandiosas fotos yo también tenía que hacer un grandioso trabajo.

Lo bueno era que ya tenía un peso menos.

Salazar ¿Slytherin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora