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Claudia

La carretera estaba sola, así que aceleré un poco para llegar más rápido, aún era de madrugada, al llegar, porque conocía la casa con una sola vez que fui, bajé del carro y fui a golpear su puerta. Estaba molesta, antes, cuando no le conocía bien, le confié mis sentimientos por Ana, le hablé de ella sin saber que ya se conocían, confié en que en la noche la cuidaría y sin embargo las dos me vieron la cara de estúpida, me sentía defraudada, por las dos. La traición de Stephan me dolía al punto de la de Ana. Porque Stephan sabía que la amaba y no le importó cuando se acostaron.

El enojo me hizo seguir tocando la puerta y gritarle, quería golpearlo, quería que sintiera el dolor que yo estaba sintiendo.

—¡Sal maldito cobarde, te voy a partir la cara! ... ¡Sal de la casa y enfrentame!

No se escuchaba nada, de pronto la puerta se abrió, Stephan estaba distraída, justo cuando iba a tomarla de cuello llegó Ana a colgarse de mi brazo, aún así entré, la adrenalina me daba una fuerza mayor.
Ana seguramente estaba allí para proteger a Stephan, me solté de ella y tomé por el cuello de la camisa a Stephan, tenía la camisa manchada de labial de Ana, era una descarada al presentarse así frente a su novia.

—¿Porqué te acostaste con Ana?

Grité, estaba muy enojada, furiosa, como para que las lágrimas no salieran de mí. ¿Y ella qué hizo? Sólo me miró fríamente, como si lo que pasaba no estaba pasando, tenía el descaro de permanecer tranquila

—¡¿Porqué lo hiciste?!

Esperé respuesta, pero nada, ella no decía nada y me estaba cansando.

—¡Sabías lo que yo sentía!

Stephan miró a mis ojos y después a Lionetta. No estaba para juegos.

—¡¡Responde!!

Grité más molesta.

—Ana y yo no hemos hecho nada

No le creí, las marcas que las dos tenían decían otra cosa.

—¡No mientas!

—No te estoy mintiendo

—¿La marca en su cuello se la hizo sola? ¿La mancha en tu camisa es porque un payaso se limpió la boca en ella?

—Eso no significa que hayamos tenido sexo

—¡Di la verdad!

—¡Estoy diciendo la verdad!

Dijo fuerte con un matiz de irritación.

—Lo que me molesta es que incluso no seas sincera teniendo a tu novia en frente

Sus labios hicieron un puchero que se borró muy rápido. Había determinación en sus siguientes palabras.

—Es cierto. Pero...

Pero no la dejé terminar y le dí un empujón, habría pelea, sus palabras eran insuficientes. Permaneció allí sin moverse, yo sabía que podía defenderse y me irritaba que no hiciera nada. Ana trataba de apartarme, de retenerme ¿esperaba que Stephan tuviera ventaja?
Cuando Stephan me miró pude notar algunas lágrimas, seguro eran falsa. Ví miedo en la cara de Stephan, pero no me detendría. Retomó su postura seria, fue muy rápido.
Haría que se tragara sus palabras bonitas, esas que decía cuando trabajábamos en mi exposición.
Me libré del agarre de Ana y cuando iba a acercarme Lionetta se interpuso. Entonces habló mi novia.

—No culpes a Emilia, es mi culpa

Era lo que menos quería escuchar, quería creer que la única culpable era Stephan, pero oír eso me dolió, no lo esperaba de Ana, nunca lo esperé a pesar de nuestra relación. Pero igual me daba más ganas de golpear a Stephan, si la culpa era de Ana, Stephan debió detenerla, porque sabía lo que yo sentía.

—Que sea tu culpa no me quita las ganas de matarlo

—Antes que lo hagas al menos escuchanos

—¿Para qué? ¿Para saber cómo lo hicieron? Para reírse de que tanto yo como Lionetta nos preocupamos mientras ustedes estaban...

—¡No! ...

La voz de Stephan era ronca, fuerte y sonaba molesta.

—... ¡Eso no pasó!

—Mirame

Me dijo Ana. La miré, aún con el entrecejo fruncido.

—Yo te amo, no te cambiaría por nadie, yo...

—¡¿Si tanto me amas porqué tenías que acostarte con ella?!

Señalé a Stephan y ella casi gritó llamando nuestra atención.

—¡Ana y yo no hemos tenido ese tipo de intimidad desde hace más de dos años!

Todas quedamos en silencio, mi cabeza comenzó a ir a mil por hora y lo primero que se me ocurrió preguntar fue:

—¿Fu...fueron pareja?

Si habían tenido sexo hacía mucho tiempo entonces lo más probable era que habían sido pareja y eso explicaría muchas cosas.

—No...

Ana respondió suave y su voz sonaba melancólica.

—No lo fuimos porque mi ex la golpeó, porque su ex la curó y yo creí otra cosa cuando las ví en la habitación de Emilia, porque yo regresé con mi ex, porque Emilia me vio besarlo, porque yo hice que se alejara, porque por mi culpa se fue a Italia. Costó aprender a vivir con eso, la amaba y yo misma provoqué que ese amor no se convirtiera en una relación

Ya veía, todo éste tiempo había estado compitiendo contra Stephan sin saberlo. Por eso Ana estaba renuente a aceptarme, ella siempre había estado pensando en Stephan, en su amor imposible.

—¿Entonces querías que se diera a mis espaldas? ¿Tanto te costaba romper nuestra relación para que por fin pudieras estar con ella? Se nota que es mutuo

—La extrañaba, sí, pero lo único que provocaba ese sentimiento era nostalgia y culpa. Todo cambió, cuando me perdoné a mí misma por lo que pasó hace dos años. Anoche, sí, seguro todo iba a acabar en sexo, en más culpa, pero ni ella, ni yo pudimos. Te amo, Claudia. No soy capaz de hacerte algo como eso. Lo que sucedió talvez fuera por tanto alcohol, por la nostalgia, por quien sabe qué, pero fue necesario para que yo supiera que por fin he superado a Emilia, para darme cuenta que te quiero a ti en mi vida

¡Patrañas!

—¿Crees que ese sermón va a hacer que te perdone?

Que no se equivocara, eso no solucionaba las cosas. A fin de cuentas no era la única perjudicada, también estaba Lionetta.

—No te pido que lo hagas, pero me gustaría que me creyeras, que creyeras en el amor que te tengo

—Tú...

Dejé a Ana y me volví a Stephan.

—¿Qué tienes que decir al respecto?

Stephan no decía nada, me hacía sentir más impaciente, quería explicaciones para por fin acabar con todo.

Salazar ¿Slytherin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora