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Claudia

Lionetta bailaba increíble, sus movimientos eran casi de película, se notaba que sabía de baila y no sólo de mover el cuerpo al compás de esa música de sonidos computarizados.
Me estaba divirtiendo y a ella se le notaba que también lo disfrutaba, me sorprendía que Stephan no fuera celosa, talvez, y me sentía segura de decirlo, era porque ya me conocía y sabía la clase de persona que era, que nunca le faltaría el respeto a ella ni a Lionetta.

Cuando volvimos a la mesa notamos que no estaban ni mi novia ni la suya, al principio no le tomamos importancia, talvez habían salido a bailar, o estaban en el baño, o Stephan fumaba y Ana andaba por ahí. Cuando la espera se hizo larga todos las buscamos, sin éxito. El tiempo pasaba y no aparecían.
Como treinta minutos pasaron cuando por fin ví a Stephan y Lionetta hablando, no parecía una conversación alegre, pero no me importaba. Ví a Ana aparecer, venía del baño, se acercó a Stephan y le entregó su saco.
Cuando al fin se acercó a mí por fin hablamos, quería saber qué había sucedido y no tardé en preguntar.

—¿Dónde estabas?

Con naturalidad me respondió que con "Milo". Podía sentir en su aliento el fuerte aroma del licor.

—¿Estuviste bebiendo?

Quizás soné más molesta de lo que debería, pero ella había hecho una promesa y la había roto. Pude notar cuando Lionetta se iba y fui a enfrentar a Stephan.

—¿Le diste alcohol a mi novia?

Su gesto de cansancio e inconfundible molestia me advirtió que yo no era bienvenida en ese momento, pero sinceramente me importaba muy poco lo que ella quisiera. Sin embargo, su respuesta me dejó pensando en mis propias acciones para con Ana.

—Mira, Claudia, Ana ya es lo suficientemente mayor para decidir qué hacer, no es una niña para que le prohibas beber, además, no está cayéndose de borracha. Así que déjame en paz y deja en paz a tu novia, ella es responsable de sus actos

Stephan tenía razón en todo lo que había dicho. Ana ya era lo suficientemente mayor para saber lo que hacía y para tomar decisiones. Yo no era nadie para prohibirle cosas, ni siquiera debía. Ana era incluso tres años mayor que yo.

—¿Qué le dijiste?

La voz de Ana me sacó de mis pensamientos.

—¿Porqué te fuiste?

—Sólo salimos a caminar. Ni que hubiera estado con un desconocido

—¿Hasta dónde?

—A una cuadra y media de aquí

—Pudiste quedarte aquí, estaba oscuro allá afuera, podría ser peligroso

—No pasó nada, simplemente queríamos dar un paseo

—Más pareciera que te escapaste con Stephan sólo para poder tomar sin que yo viera

—En serio, Claudia, no es de esa forma y si hubiese tomado frente a ti te habrías molestado

—¡Claro que no!

—¡¡Claro que sí!! ¡Vi la mirada que me diste cuando Ad preguntó si no iba a beberme el licor que me dió! Puedo controlarme, por si no sabías

—No parece

—¿Pues sabes qué? No me importa si te parece o no

Ana caminó lejos de mí hasta donde estaba sus primos. Poco después los tres se fueron.

—¿Todo bien?

Lourdes se acercó, no le respondí, decidí llevarlas a casa y salir de allí lo antes posible.

Salazar ¿Slytherin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora