Capítulo 13. "Bonita."

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RYOKO




Realizar papeleo en la oficina del Hokage no era lo que más me gustaba, yo prefería realizar trabajo de campo, pero al parecer Hashirama-sama quería torturarme ya que el sabe que odio el trabajo con papeleo el cual no entiendo, y no es que sea una idiota, es por el simple hecho de no importarme lo que está escrito en estas hojas.

Lo único bueno es que no he tenido que ver la cara de Tobirama en todo el día, sin duda el era un completo idiota. Solamente porque me gusta no le he propiciado un buen golpe en su rostro aunque se lo merece. Pero si lo hago posiblemente me encierren en la celda por un tiempo.

Ya habían pasado dos días desde que estuvo en mi casa, y desde esa vez no ha parado de visitarme todas las noches para desearme un buen descanso. En las mañanas el "casualmente" se encuentra conmigo para acompañarme en mi trabajo o se ofrece a ayudarme en mis misiones de frontera. Eso sin duda sumaba puntos para perdonarlo.

—Pero la besó.—apreté mis puños.—No me importa si ella se le aventó, aún así pasó.—levanté mi puño para golpear el estante frente a mi.

—Ryoko.—escuché la puerta abrirse.

—¿Qué quieres?—le grité al shinobi molesta.—Lo siento, estaba enojada.

—Yo-yo venía a relevarte.—tartamudeó.—Puedes irte a descansar.

—Gracias.—dejé las cosas en dónde el pudiera verlas.—Ya casi acababa, solo faltan los papeles de la esquina.—palmeé su hombro.—Suerte.

Antes de que hablara salí de la oficina por la ventana, era la vía más rápida para librarme de ese infierno. A unos cuántos metros lejos de mi observé a Danzō quien llevaba unas cajas. Mi mente me decía "ayúdalo" pero mi cuerpo pensaba en "déjalo, lo ayudará a ser más fuerte." Active mi byakugan, a lo lejos observé a Saru el cual estaba a punto de entrar a las aguas termales en los baños de las chicas, sin duda se llevará unos buenos golpes.

—Los tienes bien merecidos, Hiruzen.—negué con mi cabeza.

La tarde era calurosa, mucha gente trabajaba, ¿la razón? Un cambio se aproximaba y con eso mi vida. Salté entre los tejados hasta llegar al piso, de ahí ya continuaría caminando. Llegando a suelo firme desactivé mi byakugan.

—Necesito dormir un poco.—estaba cansada, la vida de un ninja puede ser muy agotadora.—No puedo ir a mi casa, mi madre de encuentra ahí.

Divisé el bosque cerca de la cascada, sin dudar me dirigí ahí, sería un buen lugar para poder dormir sin interrupciones.  No me tomó ni treinta minutos en llegar, mis pasos habían sido lentos todo el tiempo. No tenía prisa, podía dormir hasta la noche y prepararme para mi guardia nocturna en el muro de la entrada. Cerré mis ojos una vez que recargué mi cuerpo en el tronco de un árbol, lamentablemente solo pude mantenerme así cinco minutos.

—Si va a sentarse, hágalo.—El sonido de una rama quebrándose fue lo bastante audible.—¿Qué desea, Tobirama-sama?—aún seguía llamándolo con honoríficos, se que el lo odia, pero es una forma de castigarlo.

—Yo...—se calló un momento. Abrí mis ojos con curiosidad.—... espero que te gusten, te las traje.—extendió un ramo de flores hacia mí.

Me quedé sin palabras, era la primera vez que lo veía nervioso y titubeante. Extendí mis brazos indicándole que me entregara el regalo.

—¿Te gustaron?—rascó su mejilla.—Me tardé un poco en elegirlas, si no te agradan puedo comprarte otras...

—Me gustan, gracias.—Sonreí.—Siéntate.—Palmeé el suelo a mi lado.—No creía que fueras un hombre detallista.

Mi persona favorita. ~ Tobirama Senju ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora