Cinco.

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~~~~Un joven Fuyuhiko paseaba por las abarrotadas calles de Londres mirando el nublado cielo que amenazaba lluvia. La reunión de trabajo había sido un infierno. Esos malditos ingleses creían que era estúpido sólo por ser de una cultura más cerrada y educada.
La lluvia comenzó a caer arreciando a cada minuto que pasaba, haciendo que los transeúntes corrieran hacia sus destinos.
Fuyuhiko, chasqueando la lengua con fastidio, entró en el primer local que apareció a su vista, aunque con el aspecto del interior quizá debería haber buscado algo mejor. El antro, estaba oscuro y algo descuidado. Mesas de madera deslucida con sillas de diferentes facturas. Los clientes, bebían hablando entre ellos en voz queda en grupos pequeños.
Para ser un bar, había demasiado silencio. Como si una sombra planeara sobre las cabezas de los presentes.
Recorrió con la mirada a los que ocupaban la barra, buscando un lugar donde sentarse.
Una vez instalado, el hombre que atendía la barra se acercó con un vaso entre las manos que limpiaba con un trapo.

- ¿Qué desea tomar? - preguntó el dueño del local de manera algo hosca.

Fuyuhiko pensó un momento hasta decidirse por un trago de whisky, que le fue servido en un vaso limpio pero algo desgastado.
El japonés se llevó la bebida a los labios bebiendo despacio. Mientras saboreaba la bebida, se permitió mirar a las personas de sus lados para ver si podía entablar conversación.
A su derecha, un hombre mayor con un extraño sombrero de copa chata y un abrigo largo algo raído, que bebía de una botellín de dudoso contenido y parecía no tener ganas de charla.

Fuyuhiko con un suspiro decepcionado, miró hacia su izquierda quedando cautivado por un hombre joven de unos veintitantos, de cabello azabache y la piel más blanca que había visto jamás. Ni su esposa Natsuko tenía la piel tan hermosa. En ese momento, el hombre giró su rostro y el japonés pudo ver sus ojos, de los que quedó prendido sin poder apartar la mirada.

- Negros...- dijo Fuyuhiko totalmente extasiado, por lo que el hombre arqueó la ceja en un gesto altivo y arrogante que sacó una sonrisa al japonés.

- ¿Disculpa? - dijo el azabache con molestia dejando su vaso en la barra y encarando totalmente al japonés.

- Tus ojos... Son negros y realmente hermosos - dijo Fuyuhiko sonriendo abiertamente ante la cara de desconcierto de aquel hombre y el leve rubor que cubrió sus mejillas - ¿Cuál es tu nombre? - preguntó el japonés con total descaro. No sabía por qué estaba diciendo todo aquello pero no podía evitarlo.

El hombre se quedó callado mirando a Fuyuhiko con desconfianza durante lo que pareció horas al empresario.

- Se...Severus - contestó con un ligero tartamudeo que al japonés le pareció adorable.

- Un placer... Severus - le dijo tomando su mano y besando con suavidad su dorso.

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- ¡Severus! - gritó un Fuyuhiko acalorado por la carrera que acababa de hacer para alcanzar al sarcástico hombre que le traía loco.

- Usami... - saludó el pocionista cuando el japonés le alcanzó por fin.

- Oh vamos...Severus, ¿cuándo vas a llamarme por mi nombre? - preguntó Fuyuhiko sonriendo al azabache mientras le tomaba de la mano y lo acercaba suavemente - vamos amor...sabes que te adoro por sobre todas las cosas...¿no me darás el gusto de escuchar mi nombre de tus labios?

Severus sonrió altanero de medio lado. Fuyuhiko amaba esa sonrisa.

- ¿Me ama a mi señor Usami? - preguntó Severus fingiendo sorpresa - y yo que creía que amaba a su esposa que le espera en Japón.

El octavo horrocrux Donde viven las historias. Descúbrelo ahora