Quince.

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Yoh revisó de nuevo los papeles que tenía sobre la mesa y los dejó a un lado con un suspiro cansado. Cuando Liu Feilong se fue a visitar a su amigo Asami Ryuichi, no pensó que tardaría tanto en volver y mucho menos, que él tendría que encargarse de todo el maldito papeleo.
Iba a abrir una nueva carpeta de documentos, cuando un fuerte estruendo se escuchó fuera de su despacho. Una serie de ruidos secos se dejaron oír por toda la mansión. La puerta se abrió violentamente dejando ver a uno de los guardias de seguridad.

- ¡YOH! ¡PROBLEMAS! - gritó el guardia, intentando que su voz se escuche por encima de esos crujidos extraños.

Yoh salió a toda prisa sacando su arma y se dirigió hacia la sala principal. Asombrado, vio como estaba lleno de hombres armados, algo mareados. Algunos estaban literalmente tirados en el suelo a causa del mareo, otros apoyados en las paredes o mesas, respirando profundamente, haciendo grandes esfuerzos por no vomitar.

- ¿Qué demonios... - Yoh se interrumpió al reconocer entre ellos a Kirishima, el asistente de Asami y se dirigió hacia él guardando de nuevo su arma - ¡Kirishima! ¿Qué es todo esto?

Kirishima hizo un gesto con la mano para que guardara silencio y trató de incorporarse antes de hablar. ¡Por todos los diablos! Ese estúpido cacharro de magos le había dejado el estómago en los pies.

- Yoh, es algo complicado de explicar y ahora no tenemos tiempo - Kirishima se apartó del confuso azabache y comenzó a buscar a alguien con su mirada - ¡Asami-sama! ¡Asami! - llamó a su jefe tratando de localizarlo - Y ahora dónde se habrá aparecido ese...¡El despacho de Feilong-sama!

Tras decir esto, Kirishima salió corriendo seguido de Yoh, pidiéndole explicaciones.
Cuando abrieron la puerta del despacho, Yoh vio boquiabierto, como no sólo estaba allí Asami Ryuichi, si no también Mikhail Arbatov.

- ¡Asami-sama! - llamó el asistente del yakuza - todos los hombres están en la sala, hemos perdido a siete.

- ¡Kirishima! ¡No hay tiempo que perder!  alista a todos, que retiren los cuerpos y en cuanto localicemos el lugar, partiremos de inmediato - Ordenó Asami un poco alterado, por la preocupación por Harry y Fei y por los efectos del traslador.

Yoh miró con el ceño fruncido como el japonés se sentaba en el sillón de su jefe y Mikhail en una de las sillas frente al escritorio.

- ¿Alguien puede explicarme que está pasando aquí?¿dónde está Feilong-sama? - dijo Yoh exigiendo respuestas. Sabía que era algo arriesgado hablar en ese tono a un yakuza peligroso, pero los nervios y la confusión del momento, le jugaron una mala pasada. Consciente de lo que acababa de decir y cómo lo había dicho, inspiró profundamente y tratando de calmarse, expresó en un tono menos demandante - por favor.

Asami le miró entrecerrando los ojos. Ya se cobraría esa osadía en otro momento. Ahora necesitaba información y la necesitaba ya.

- ¿Qué tanto sabes sobre Feilong...Yoh?
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Charlene contó hasta cinco antes de tomar aire en sus pulmones y gritar con todas sus fuerzas.

- ¿COMO SE TE OCURRE HACER SEMEJANTE TONTERÍA? ¡DIOS MÍO FLYNN! ¡UNA TRADICIÓN MILENARIA DE BIBLIOTECARIOS TIRADA A LA BASURA! ¿CÓMO PENSASTE QUE ERA BUENA IDEA USAR EL CÁLIZ DE JUDAS? ¿ESTÁS MAL DE LA CABEZA? ¡Dios mío... Qué haremos ahora!

Flynn miraba a la mujer que dirigía la biblioteca, sin atreverse siquiera a hablar. Se le había olvidado el pequeño detalle, de lo que opinaría Charlene sobre ser un vampiro y  bibliotecario.
Draco a su lado, trataba de contener la risa de verle regañado como a un niño y los demás, tan solo no se atrevían a intervenir.
Para suerte de Flynn, Judson llegó poniendo fin a los gritos de la mujer.

El octavo horrocrux Donde viven las historias. Descúbrelo ahora