Seis.

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Harry sonrojado, evadió las insistentes miradas de Ron desde que llegaron a China, por un traslador.

El día anterior habían decidido cuál sería el siguiente paso durante el desayuno y mientras Flynn y Draco fueron a conseguir el traslador, los demás se preparaban para el viaje. Hermione se aseguraba de llevar todo tipo de cosas en su bolsa para las misiones. Luna charlaba con Fuyuhiko, su hijo y Mikhail sobre la magia y las criaturas que existían en su mundo, maravillando a los muggles.
Neville trataba de calmar a Feilong por su reencuentro con la familia que le repudió. Harry y Asami, en un rincón alejado de los demás, hablaban entre susurros sobre algo que Ron, desde una distancia prudencial trataba de escuchar. Ron estaba inquieto. No se fiaba para nada de ese muggle japonés que rondaba a su amigo. Era evidente lo que ese tipo buscaba y no iba a permitir que se aprovechara de Harry.

Todas las alarmas de Ron sonaron cuando en un descuido, vio que su amigo y ese odioso japonés habían desaparecido de su vista.

Asami cerró la puerta de su despacho con una sonrisa ladina. Por fin había podido evadir al molesto pelirrojo que celaba a su esmeralda de manera obsesiva y había llevado a Harry a un lugar para estar a solas un rato. Ryuichi tomó suavemente de la mano a Harry, haciendo que el mago se sonrojara levemente y lo condujo hasta el sofá. Asami se sentó indicando con un gesto al menor que hiciera lo mismo, aunque se sorprendió gratamente cuando Harry en lugar de tomar asiento a su lado lo hizo sobre él.
Ese maldito mago descarado sabía bien cómo provocarle.
Harry sonreía de la forma más inocente mientras acariciaba con lentitud el cabello de Asami, que no podía evitar que escalofríos de placer le recorrieran el cuerpo con ese simple toque.
Harry mordía sugerente su labio inferior, mientras observaba los dorados ojos del yakuza.
Ryuichi sujetó el mentón del mago con algo de brusquedad, arrancando un jadeo del menor por lo inesperado del movimiento.

- Realmente eres un mago travieso - dijo Asami con voz ronca por el deseo. No iba a negar que ese chico era demasiado sexy para su propio bien.

Harry se encogió de hombros y sonriendo de forma coqueta, retiró la mano de Asami de su mentón.

- Y a ti te encanta que sea así, Ry.u.i.chi...- dijo Harry acercando su rostro al del japonés, hasta notar como sus alientos se mezclaban en uno solo. El gryffindor nunca había sido así de lanzado con nadie. Aunque se consideraba valiente como digno perteneciente a la casa roja y dorada, en temas amorosos nunca lo había sido. Un tímido e incómodo beso con Cho Chang había bastado para darse cuenta que no le gustaban las chicas. Luego la lucha contra Voldemort, la búsqueda de los horrocrux y la batalla final se habían precipitado y no había tenido tiempo para el sexo y mucho menos para el amor.
Aunque después de tanto sacrificio, al final, habían vuelto al principio, buscando el último horrocrux y ahora tratando de buscar la forma de destruirlo. Aún así, tendría que volver a enfrentarse al maldito señor oscuro, así que esta vez, no pensaba negarse nada y en esos momentos, lo que quería era que ese guapo japonés de alucinante cuerpo y ojos de ensueño le hiciera suyo. Sin pensarlo mucho, unió sus labios con los de Asami en un beso húmedo y sensual, que el yakuza no dudó en corresponder, arrancando un lujurioso gemido de Harry.
La lengua de Harry, atrevida, lamió con total descaro el labio inferior de Ryuichi, incitando al mayor a profundizar el beso, invadiendo la boca del mago y acariciando con su cálida lengua toda su cavidad.
Asami sujetó fuertemente la cadera de Harry que había empezado a mover de manera inconsciente, frotando su muy despierta erección contra la del japonés.

- ¡Joder Harry! - dijo Asami totalmente excitado, levantándose del sofá con Harry enredado en su cadera y llevándolo hacia la mesa de su despacho sin romper el beso, lo sentó sobre la pulida superficie mientras desgarraba la camiseta que llevaba el mago, dejando al descubierto los rosados pezones y la suave y acaramelada piel de Harry. Asami suspiró con satisfacción al ver la belleza de su esmeralda y con una sonrisa lobuna, acarició con manos expertas el torso de Harry, jugando con deleite con sus pezones provocando pequeños gemidos en el menor que se arqueaba buscando más contacto. Un grito ahogado se escuchó en el despacho cuando Asami, lamió uno de los rosados botones de Harry, mordiéndolo y succionándolo hasta dejarlo rojo.

El octavo horrocrux Donde viven las historias. Descúbrelo ahora