El octavo horrocrux

Nueve.

Harry nunca en su vida había pasado tanta vergüenza. Sin duda mataría a Draco de forma horrible y dolorosa. Para su suerte, Asami había vuelto a Japón y no estuvo allí para verlo, aunque estaba seguro que Feilong se lo contaría todo con pelos y señales.
Cuando llegaron al templo emplazado casi en la cima de la montaña, los monjes más jóvenes salieron a recibirles como si ya los esperaran. Entre saludos y sonrisas, les condujeron hacia el interior de la edificación, hasta una sala rodeada de columnas doradas con símbolos grabados en torno a ellas. Las paredes, de un blanco apagado por el tiempo, tenían más símbolos pintados en rojo oscuro y los monjes, vestidos con túnicas naranjas, estaban sentados en cojines en el suelo con las piernas cruzadas. En el lugar sólo se podía escuchar el murmullo de una especie de oración que canturreaban los monjes. El que parecía el líder, sentado en el centro, hacía sonar un cuenco tibetano.

Flynn miraba las columnas y paredes extasiado. Draco rodó los ojos. Nunca comprendería el amor y pasión que tenía su muggle por esas cosas.
Luna miraba a los monjes con una sonrisa soñadora. Estaba encantada de estar allí y casi que parecía querer unirse a los cánticos.
Ron y Hermione, junto con Nev y Feilong, se quedaron algo rezagados. No estaban seguros que fuera buena idea entrar todos y perturbar la paz que reinaba en el lugar, pero uno de los monjes que los habían guiado les hizo un ademán invitándoles a pasar y cerró la puerta tras ellos una vez entraron.

El líder alzó la vista y miró a Harry a los ojos tan fijamente que el joven mago estuvo tentado de voltear la mirada. El monje, vestido con túnicas rojas y doradas para mostrar su posición en el templo, era un hombre algo mayor y pequeño. Aunque serio, su rostro parecía amable, por lo que Harry respiró profundamente para tomar valor y adelantándose un poco del grupo, saludó con una pequeña reverencia tal como Flynn le había explicado que debía hacer al presentarse ante aquella gente.

- ~~~Dime, extranjero~~~que vienes a buscar al templo Ḍryāgana~~~~ - canturreó el monje sin dejar de hacer sonar el cuenco de su regazo.

Harry miró confuso y algo sonrojado a Flynn, que con un gesto de su mano le animó a seguir. Draco y Ron se mordieron el labio para evitar una carcajada.

- ~~~Busco la Sagrada Daga de Adyanti~~~- contestó Harry muerto de vergüenza por tener que hablar cantando igual que el monje que le hablaba.
Cuando Flynn le contó sobre esa costumbre en los templos nepalís durante el viaje, pensó que bromeaba, pero en ese momento, hubiera dado su nueva saeta de fuego suprema por que lo hubiera hecho.

- ~~~Para que buscas la daga joven mago~~~- preguntó el monje.

- ~~~Para destruir el último horrocrux de un mago oscuro~~~- contestó Harry aún sonrojado.

- ~~~Pero la Daga de Adyanti fue creada sólo para destruir el mal más malvado~~~ no para destruir magos oscuros~~~~ - objetó el monje para consternación de todos los visitantes.

- ~~~ Un horrocrux es la magia más oscura que existe ~~~ y su creador el mayor mal de nuestro mundo~~~ le ruego nos deje tomar la daga~~~ - dijo Harry suplicante.

En ese momento el monje detuvo la vibración y todo quedó en un silencio sepulcral.

- Sólo el portador del alma del dragón puede obtener la daga. Sólo alguien puro de alma y corazón podrá pasar la prueba, si tú eres el portador, entonces lo lograrás - dijo el líder con una sonrisa.

- Pues Harry no es muy puro después de lo que pasó en el hotel... - dijo Draco en lo que pretendió ser un susurro, aunque todo el mundo le escuchó, haciendo que Harry se sonrojara hasta las orejas al igual que los monjes más jóvenes.
Los otros magos y Flynn se taparon las bocas para evitar reírse.

El líder se puso en pie y acercándose a Harry, le puso una mano en el hombro.

- No dije que tuviera que ser puro de cuerpo - dijo el monje soltando una risilla.