— ¿Por qué haces esto? ¿Es acaso un simple capricho? — El beso había terminado y tras superar el temblor de su cuerpo y sus piernas se alejó del león para mirarlo a los ojos.
—No, Saga, no es un simple capricho, no me atrevería arriesgarlo todo por un simple capricho, ni mucho menos me atrevería a poner a otro en riesgo— dijo el león devolviéndole una intensa mirada.
—Sé que esto no es lo correcto, lo pensé desde el momento en que salí del templo del patriarca ese día, pero por más que intenté dejarlo pasar no pude, duele aquí, en mi pecho al recordar que estabas tan cerca pero tan lejos— prosiguió. Aioria puso la mano de Saga en su pecho para que este lo sintiera.
— ¿Acaso es que no te gusto? ¿No sentiste lo mismo cuando nos encontramos en el baño de templo? ¿No sentiste ese sentimiento que iba más allá del mero instinto? Si, Saga, soy un alfa y tu un omega, pero no soy cualquier alfa, he soportado duros entrenamientos, he sentido la esencia que emanan ustedes en el celo durante varias de mis misiones, pero nunca sentí nada como lo que sentí ese día— Saga abrió sus ojos al escuchar a Aioria, su pecho palpitaba amenazando en salirse de su tórax en cualquier momento, no era común en él quedarse sin palabras, no era para nada común no tener alguna frase para tomar el control de la situación.
—Respóndeme, Saga ¿No te sientes igual cuando me acerco, cuando te beso, cuando mi piel toca la tuya? Dímelo, sé capaz de menguar mis esperanza mirándome a los ojos— la voz de Aioria se había alterado, su tono había aumentado, sentía ese desborde de cosmos del león atravesar el cuerpo de Saga llenándolo de una calidez casi divina.
—No, Aiora, no siento lo mismo que tú y si lo sintiera sólo sería instinto— Intentó hacerlo, intentó mantener su mirada en alta, sus ojos verde azulados contra la mirada esmeralda de Aioria, pero no pudo, al primer "no" su mirada cayó enfocándose en cómo su mano que hormigueaba aún descansa en el palpitante pecho de Aioria.
—Dímelo a los ojos, no te creeré hasta que lo hagas, apenas nos conocemos, con suerte sabemos nuestros nombres, pero sé que si fuese verdad lo que dices me mirarías a la cara, anda, dímelo, Saga— Aioria con su mano derecha levantó el mentón del gemelo para mirar aquellos hermosos ojos que ahora se veían más cristalinos y más brillantes—Dime que soy un estúpido al creer alguien tan bello como tú sería capaz de fijar su atención en mí.
—No puedo—respondió Saga levantando su voz— No puedo decírtelo, sé que está mal, sé que no es lo correcto, sé que pasé la mayor parte de mi vida encerrado en el templo del patriarca para que esto jamás ocurriera, pero me siento de la misma manera al verte, no sé qué significa, tampoco entiendo que sentimiento es, pero me gusta— al terminar sus palabras su boca fue reclamada una vez más, sus ojos se cerraron al sentir como su boca era devorada por las fauces de un león hambriento, tembló al sentir como sentía que la faltaba aire y sus piernas flaqueaban.
Saga sintió la fría piedra del pilar al hacer contacto con su espalda, sintió su propia boca seguir el ritmo de los besos de Aioria, por primera vez no se sentía que él era el que mandaba, que no era el que debía ser el líder, que se sentía cómodo siendo guiado por otro y el sentimiento se engrandecía aún más al saber que ese otro era aquel castaño de ojos verdes que había dado vuelta su mundo.
El beso paró y enfocaron sus ojos en el otro, una enorme sonrisa se dibujó en los ojos de Aioria además de un tono rojizo sobre sus mejillas, el tibio aliento de su boca chocaba contra los labios entreabiertos del omega que se encontraba casi en el mismo estado que el otro, su pálidas manos se posaban en los brazo color canela del león mientras que el otro con algo más de confianza posaba su mano derecha en el rostro de Saga y la izquierda rodeaba su cintura.
— Aioria, ya es hora de que me vaya— La mano áspera del león seguía rozando con cuidado la mejilla pálida de Saga, su mirada verdosa estaba casi hipnotizada por los labios coral del geminiano.
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Tradiciones Rotas
RomanceComo una ilusión frente a él una idílica escena, una blanca piel, azul zafiro y el rojo de los pétalos contrastando, un aroma sublime que bloqueó sus sentidos dándole paso a aquel león que poseía dentro de sí. Aioria se había encontrado frente a un...