Tierra santa se había transformado en un feroz campo de batalla en donde ningún grupo pensaba ceder, espectros luchando contra caballeros, jueces luchando contra los santos de oro, una batalla en donde se les tenía prohibido dejar avanzar al enemigo, dorados en primera línea de batalla, otros en sus casas correspondientes resguardando el camino al templo del patriarca, cada uno con su papel crucial en la batalla.
Y ahí en medio de toda esa lucha, en medio de un campo cubierto de cuerpos que caían y concentración de poderosos cosmos, el caballero de leo luchaba contra unos de los jueces del infierno, descargando toda esa frustración que tenía, ese constante miedo que recorría su espina dorsal y buscando distraer de alguna forma las ganas que tenía de correr hacía Saga en ese momento.
Porque los demás podrían no notarlo entre todo ese despliegue de poder y polvo de estrellas, pero el león sentía sobre su piel el cosmos de Saga descontrolandose, volviéndose inestable e incluso podía sentir dolor en su pecho sin razón aparente, no podía concentrarse completamente en la pelea, su mente estaba dividida, pero pese a eso no podía dejar que Minos diera un paso adelante, no podía defraudar a sus compañeros que estaban dando todo de ellos para frenar al ejército del inframundo.
Su puño concentró su cosmos, para lanzar uno de sus golpes contra el juez malherido, pero aquel golpe no pudo ser realizado su cuerpo fue lanzado hacia atrás, por una mano cubierta de metal dorado mientras su hermano se posicionaba frente a él como si lo relevara de la lucha.
— Aioria, no digas nada, sólo escúchame con atención y no repliques— El rostro del caballero de piscis lucía serio y preocupado, por lo que dejó de lado todo el ruido a su alrededor para prestar atención al pisciano— Debes ir con Saga, cuídalo, protégelo, tu deber es estar con él en estos momentos y cuando llegues ahí no dudes, no flaquees y por sobre todo no juzgues sus decisiones ¡Rápido ve! — concluyó, si Afrodita dijo algo después de aquello no lo oyó, si alguien lo llamaba entre la multitud mientras corría hacía los templos, tampoco lo oyó, su mente sólo estaba enfocada en llegar lo más pronto frente a Saga.
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Aiora sentía su pecho oprimido por una sensación de dolor constante, no el suyo, era el de su pareja, con cada peldaño perdía más el aliento pero ganaba más ansiedad, recordaba las palabras de Saga, recordaba cuando él le decía que no podría estar en la batalla ese día y el peor de los escenarios llegó a su mente, la imagen de un saga moribundo, al borde de la muerte, sacrificando su vida para proteger al santuario, podía imaginarlo porque Aioria sabía que el omega era exactamente ese tipo de persona.
Cuando llegó al primer templo no esperó a le dieran el pase ya que de los doce templos sólo dos estaban ocupados y esos eran virgo y géminis, Saga contaba con que su hermano encerrara a tantos espectros que lograran colarse al santuario dentro de su laberinto, y virgo como la penúltima defensa del santuario.
Cuando el león llegó a géminis sabía que no podría cruzar por dentro o quedaría atrapado en el templo y a base de sus manos y fuerza se vió obligado a escalar por las paredes la casa de los gemelos una tarea difícil si tomamos en cuenta que las paredes eran de una fría y lisa roca, pero la necesidad de llegar lo más pronto posible donde Saga se encontraba era su principal misión, en ese momento no existía pared más alta que lograra separar a un alfa que buscaba proteger a su omega de una amenaza desconocida.
Aioria no se dio cuenta del entumecimiento de sus dedos al clavarlos contra la roca, tampoco miró cuando estos comenzaron a sangrar, tampoco sentía el cansancio de su cuerpo, ni el sudor salado corriendo por su frente, su mente estaba poseída sólo por Saga y cuando llegó a la cima no se dio tiempo para recuperarse antes de atravesar el techo inclinado y de tan sólo un salto que destrozó el camino a sus pies al caer dando por cruzada la tercera casa.
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Tradiciones Rotas
RomanceComo una ilusión frente a él una idílica escena, una blanca piel, azul zafiro y el rojo de los pétalos contrastando, un aroma sublime que bloqueó sus sentidos dándole paso a aquel león que poseía dentro de sí. Aioria se había encontrado frente a un...