Mis marañas comenzaron en una carretera y terminaron en este poemario.
🔸¡1° lugar en #breve! 18/07/2020
🔸¡1° lugar en #verso! 03/08/2020
🔸¡1° lugar en #carretera! 30/09/2020
Lugar en #poesía:
🔸24° 30/09/2020
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Un par de gallos sobre una roca, de co a co, verso a verso, de boca en boca, cantan la muerte del compañero caído, muerto digno después de digna vida, hasta las plumas respetado y sin olvido, nacido y muerto para darnos comida.
Y yo canto por los que no tienen más compañeros, que hoy contemplan las paredes blancas de un pasillo. Y aunque deslice su ficha en un bolsillo, ni el olvido los recuerda, ya muerto el brillo.
Muerto el brillo, pero qué es morir cuando alguien queda para cantar de ti, porque si hay niños como Luchín, que comen tierra y gusanos, quizá su fin no era alimentarnos sino otro.
Muerto el niño, pero qué es morir si abrimos todas las jaulas pa' que vuelen como pájaros.
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Esto lo escribí impotente, leyendo noticias desde lejos sobre hospitales en Santiago rebalsando enfermos, viejos que morían conectados a ventiladores violentos sin saber dónde estaba su familia... En ese momento yo no quería ser yo, quería ayudar, estar ahí, o cambiar mi salud por la de alguien que la quisiera más. Me sentía inútil, desagradecida, y aún lo siento a veces. Sin embargo, fui yo, e hice lo que sé hacer; escribí.
Jo.
P.D. Las frases en cursiva son parte de Luchín, de Víctor Jara; la canción que dejé en multimedia.
