Pensamientos de carretera

¿La X marca el tesoro?

Cada día doy un paso en falso buscándote entre los adoquines,

porque si tu mano existiera junto a la mía, te regalaría mis sueños estrellados para que pintaras con ellos un Vincent en mi espalda,

y yo recogería mis pestañas de nieve para acariciar la tuya.

Te busco porque un volantín perdido necesita un hilo para no emprender vuelo sin retorno,

y una tienda de campaña se escapa si no tiene estacas.

Tal vez tú me buscas porque intuyes que la perfección es un vocablo que los susurros de mi árbol danzante no conocen,

pero yo te busco porque el vals de mi vida siempre lleva dos pies izquierdos y una carcajada nerviosa.

Tal vez si escuchara un metrónomo...

Si estuvieras...

Pero no estás.

...

¿No estás?

Y si no estás, 

¿por qué a las 11:11 te siento vibrar en mis arterias?

Si no estás, ¿quién es el que pesa en mi garganta cuando algo me recuerda a ti?

Y bueno, pareciera que no hay nada que perder, porque esto nunca tuvo sentido ni razón,

pero aún así se me va un cachito de esperanza cada vez que encuentro un cigarro entre los adoquines, y no te encuentro a ti.

Hey, para la que está leyendo esto: 

No somos la mitad de una naranja. No "necesitamos" de alguien más, aunque la mayoría de las veces pareciera que sí, porque el paradigma de la sociedad actual nos ha construido para sentirlo. Y yo, como escribo lo que siento, he sido fiel a ese principio. ¡Tenemos que compartir el peso de nuestras espaldas!

Ya saben, la adolescencia es un torbellino; una carretera a medio pavimentar. Y en cuarentena... Ni hablar.

Prometo que pronto haré poesía feminista como es debido, pero este poema es igual de válido, porque nació de mí.

Yo te comprendo, y no te juzgo.

Jo.