Umbral confundido

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Cierra los ojos, por favor, es esencial

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Cierra los ojos, por favor, es esencial.

Imagina que estás a mi lado.
Imagina que estás sentada en una roca a mi lado.
Imagina que estás sentada en una roca a mi lado y miras mis ajadas manos que te extienden un papel medio arrugado.

Primero huele el papel. No puede oler a papel porque es más que eso; huele a acrílicos secos y a polvo. También a mis ajadas manos.

Ese papel lleva días en mi mochila de búho, tiempo suficiente para absorber mi esencia y oír mis ruidosas conversaciones mentales.

Ahora mira el papel, ¡pero no lo veas! Míralo. Ya no es un papel. Es un día unos dos años en mi pasado, justo en un umbral que desconoce adónde lleva.

¡Ahí estoy yo! O al menos mi silueta, ¿no la ves? de espaldas, en la esquina inferior derecha, sentada en la arena. Mi sombra se proyecta más allá del borde de la hoja, y parece estirarse con el viento entre las dunas.
Mira mi pelo mojado y mi postura serena. Es que hacía tanto no me sentaba frente al mar, no podía estar sino serena. Unos metros más adelante se ve una fortaleza de centímetros de arena, que ya ninguna ola puede botar, porque ha quedado inmortalizada en la hoja entre tus manos.

Seguimos avanzando en diagonal ascendente; al borde de la orilla del mar hay un grupo de siluetas visiblemente eufóricas, lo que contrasta con la tiesura propia de una pintura. Unas saltan, otras apuntan al océano con ojos desorbitados (o al menos eso imagino yo). Un niño ha dejado caer su pala roja de plástico, y esta se aleja llevada por la espuma amarilla.

La espuma amarilla y el mar azul.
El cielo azul y la arena amarilla.
Un bikini rojo y las siluetas negras.

Más allá, con el agua a la cintura salta emocionada mi amiga, una chispa azul en mi vida, la que despierta a mi aventurera dormida.
Todos miran a un mismo punto, en el que saltan vanidosos un grupo de delfines.

Ahora RETROCEDE. Vuelve en diagonal descendente hacia la esquina inferior derecha. Nota cómo mi silueta observa algo más; cómo pareciera haber un hilo que une su vista a algo detrás de esos mamíferos acuáticos azulados.

¿Lo ves? Casi tocando el borde de la Tierra plana. Es una neblina intercalada por fantasías, una camanchaca* con ilusiones yuxtapuestas. Es mi futuro embrumado, mi emoción comprimida con salpicones de miedo. Mi incertidumbre brillante y tricolor.

Tal vez lo puedas ver en mi silueta nacida al acrílico, si eres una buena crítica de arte. Pero si no, te diré que ahí sentada, mirando el horizonte a cientos de kilómetros de mi familia, me preguntaba qué sería de mí en mi penúltimo año de colegio, entre gente extraña. ¡Por fin un cambio de paleta! Me sentía como al pintor a quien le tiembla el lápiz frente a un lienzo en blanco.

Al borde de un umbral que desconoce adónde lleva.

Al borde de un umbral que desconoce adónde lleva

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Esto lo viví en marzo de 2019. Fue bonito recordarlo y luego retratarlo para ustedes, y también para un grupo de poetas en el que ahora formo parte, se llama "Secta Géiser". Si alguien está interesado en entrar debe hablar con Teff_77z

Cuéntenme un recuerdo...

Jo.

*La camanchaca ​ es un tipo de neblina costera, dinámica y muy copiosa. Se produce generalmente en el sur del Perú y en el norte de Chile. Les dejo camanchango en multimedia, un corto animado sobre la leyenda de los orígenes de ella, si a alguien le interesa. También dejo la mochila de búho, que me pidieron.

Pensamientos de carreteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora